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Cuando el féretro de Isabel II y el impresionante cortejo recorrían los 1.800 metros que separan el palacio de Buckingham del de Westminster, yo estaba comiéndome un yogur delante del televisor mientras contemplaba, entre la fascinación y el asombro, el espectáculo. Dicen que la ... propia reina planificó su funeral y no hay duda de que el boato es un compendio de la tradición secular británica. Isabel II es, en sí misma, una importante página de la historia del último siglo aunque resulta excesivo el seguimiento que de su fallecimiento se ha hecho en los medios españoles. Llevamos días conociendo hasta los últimos detalles (la parte dulce, nunca la amarga) de su reinado y de la tradición monárquica británica como si nos fuera la vida en ello. En nuestra querida España desconocemos, seguramente por pereza, la sinuosa obscuridad que alumbra los episodios de la nuestra.

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larioja Adiós a la reina