Acuerdo para no perder el tren

Partidos políticos y agentes sociales regionales escenificaron ayer, firma de por medio, la coincidencia en la necesidad, «urgente» incluso, de impulsar el transporte ferroviario en La Rioja y, más en concreto, la de acelerar el tramo riojano del corredor Cantábrico-Mediterráneo. Quizás con algunos años ... de retraso, por fin políticos, sindicatos y empresarios han abandonado el estéril debate nominal –que si AVE, que si velocidad alta o que si altas prestaciones–, y han dejado de mirar al dedo en lugar de a la luna para abordar la cuestión mollar de un asunto tan trascendente para el futuro de la región como el del transporte ferroviario. Si Europa ha señalado al tren como el medio de transporte de mercancías de un mañana que casi es un hoy; y si la comodidad, la seguridad, la rapidez y la sostenibilidad medioambiental en los desplazamiento de las personas apunta a los vagones antes que al avión o, incluso, que al coche particular, La Rioja se enfrentaría a un problema grave de aislamiento de no mediar un urgente cambio de rumbo en la política regional de comunicaciones. Un cambio del que el acuerdo rubricado ayer debería entenderse como primer paso hacia el objetivo, conseguir una comunicación ferroviaria propia del siglo XXI, que los firmantes definen a partir de dos premisas poco cuestionables: que el trazado actual no permite mejoras sustanciales y que no existe una alternativa definida que permita mejorar velocidad y prestaciones con un menor impacto ambiental. Porque el cuidado del paisaje riojano, al que el acuerdo hace referencia explícita, debe ser una exigencia capital en este como en cualquier otro proyecto de la región, indiscutiblemente, pero exigencia no puede confundirse con obstáculo insalvable en ningún caso.