Hacia un acuerdo de país
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Es necesario madurar una aproximación responsable que destierre la autosuficiencia del Gobierno y la crítica de la oposiciónEl estado de alarma decretado hace tres semanas otorga poderes extraordinarios al Gobierno de Pedro Sánchez para hacer frente a la mayor pandemia en un siglo, que viene acompañada por un ciclón económico de devastadoras consecuencias. Esa atribución de funciones, cuya necesidad resulta incuestionable, ... tiene carácter excepcional y transitorio, y no puede ser confundida con una supuesta carta blanca para adoptar decisiones sin encomendarse a nadie. Entre otras razones, porque los decretos en los que figuran tales medidas deben ser aprobados por un Parlamento en el que carece de la mayoría suficiente. Y porque, aunque corresponde al Ejecutivo liderar la respuesta a la crisis, la magnitud del desafío al que se enfrenta el país aconseja que, antes de su puesta en marcha, las actuaciones de mayor calado sean testadas con los principales partidos, las comunidades autónomas y los agentes sociales, e incorporen las aportaciones de estos interlocutores que puedan ser de utilidad.
Ni el pronóstico más optimista sobre una pronta superación de la epidemia y el deseado crecimiento tras una inevitable recesión puede obviar la lentitud con la que se superará la amenaza sanitaria y puede reavivarse la economía. La gravedad de una emergencia cuya magnitud nadie supo anticipar, para la que no existe un tratamiento específico y de la que se desconoce hasta cuándo se prolongará obliga al Ejecutivo a reaccionar en función de cómo evolucionan los acontecimientos y a intervenir a veces más sobre intuiciones que sobre certezas, con el nivel de riesgo que eso conlleva. Pero esto no justifica el unilateralismo que ha caracterizado hasta ahora su proceder y que debería corregir de inmediato. Es contradictorio apelar a la unidad, confundida con una adhesión inquebrantable, y ni siquiera informar con antelación a los partidos, las comunidades, la patronal o los sindicatos de decisiones que les afectan directamente o para las que se solicita su apoyo y de cuyo diseño han quedado al margen.
No se trata de precipitarse para obtener mañana mismo una fotografía que evoque los Pactos de la Moncloa de 1977, sino de madurar una aproximación responsable que comience por desterrar la autosuficiencia en el Gobierno y la crítica en la oposición. Una aproximación que permita alcanzar un amplio acuerdo institucional, político y social para el futuro próximo, que será conveniente articular a partir del momento en que el país pueda salir del confinamiento.
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