La subida del SMI ha sido objeto de una negociación simultánea dentro del Gobierno de coalición y entre este y las centrales CC OO y UGT –con las que anoche acordó un alza de 15 euros con efecto 1 de septiembre para dejar ese salario ... en 965 euros mensuales–, quedando de lado la CEOE al mostrarse contraria a su incremento en 2021. La perspectiva de que el SMI se equipare al 60% del salario medio de los trabajadores españoles de 2023 en adelante –a partir de 1.060 euros– dibuja un horizonte que debiera comprometer al Ejecutivo, las formaciones parlamentarias y las demás administraciones públicas, a la representación sindical y a todas las organizaciones empresariales. La línea trazada para toda la UE no solo supone una referencia salarial socialmente integradora, sino que señala el mínimo de productividad y de cualificación del trabajo sobre el que ha de pensarse el futuro de la economía europea. Por eso, además de que la paulatina subida del SMI se adecue al ritmo de la recuperación, es imprescindible cuidar incluso formalmente la participación de todos los actores del diálogo social en la toma de decisiones.
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Dada la negativa de la CEOE a secundar la subida del SMI en lo que resta de 2021, alegando que ni la reactivación ni el empleo están en situación de asumir todavía el incremento de los costes laborales en aquellos sectores y empresas que se resientan más por la subida, el Gobierno pudo inclinarse por decretar un aumento acorde a las indicaciones de los expertos y no negociar. Incluso pudo haberse decidido salomónicamente por el 15% de subida desde el 1 de septiembre o el 1 de octubre como base sobre la que concertar luego la evolución del SMI en 2022 y 2023 con los sindicatos y también las organizaciones empresariales.
No lo ha hecho así no solo porque la titular de Trabajo, Yolanda Díaz, haya jugado a fondo sus cartas respecto a la de Economía, Nadia Calviño. Lo ocurrido responde a la necesidad que Pedro Sánchez ha sentido de proyectar mensajes de izquierda en un momento crucial para la legislatura, a semejanza de la intervención gubernamental sobre el sector eléctrico. A pesar de lo cual, y por eso mismo, es importante que la CEOE se reincorpore a la negociación de la ineludible subida del SMI en los dos próximos ejercicios. Y es aún más importante que el desencuentro en esta materia no enturbie el diálogo sobre los demás capítulos pendientes en el mercado de trabajo; la prórroga de los ERTE, la reforma laboral, y el futuro del sistema de pensiones.
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