Un acto de solidaridad y madurez

El ahorro individual de energía puede traducirse en grandes cambios en la demanda conjunta de gas y petróleo con resultados prácticamente inmediatos

MARÍA ÁNGELES BENÍTEZ SALAS

Martes, 28 de junio 2022

Unos simples cambios en nuestro comportamiento individual y cotidiano pueden tener un gran impacto sobre la vida de todo; pero hace falta saber cuál es el sentido de esos cambios y aplicarlos de manera coherente. Durante la pandemia, en un gran acto de solidaridad y ... sacrificio por el bien común, demostramos que podíamos cambiar radicalmente nuestro modo de vida y nuestros hábitos para proteger la salud y la vida de familiares, vecinos y, en general, de toda la población.

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La guerra en Ucrania y sus consecuencias para Europa nos confrontan con nuevos desafíos, cuando apenas dejábamos atrás lo peor de la pandemia de covid-19. Queremos cortar todos los vínculos con el país agresor, incluyendo las relaciones económicas que le proporcionan ingresos para financiar la guerra. La Unión Europea compra a Rusia más del 40% de sus necesidades de gas y más del 25% de las de petróleo. Dejar de usar esta cantidad de energía de un día para otro no es realista, ni para nuestra industria ni para nuestros hogares, pero sí es posible prescindir, desde ahora hasta 2027, de una gran parte y sustituir el resto por fuentes alternativas. Sin embargo, este cambio exige nuevamente la solidaridad y el compromiso de los europeos, y también, entre ellos, de los 50 millones de españoles. Nuestra contribución resulta, por lo tanto, de gran importancia.

El ahorro individual de energía puede traducirse, acumulativamente, en grandes cambios en la demanda conjunta de gas y petróleo con resultados prácticamente inmediatos, y sin necesidad de construir nuevas infraestructuras para cambiar el suministro de energía, lo que llevaría años hasta que pudiéramos conseguir resultados concretos. Por ello, es necesario actuar de manera colectiva y solidaria, cambiando nuestros hábitos y rutinas. Si estamos convencidos de que esos cambios son importantes porque pueden ayudar a que la guerra acabe y al mismo tiempo hacer nuestro continente más resiliente y sostenible, será más fácil y natural aplicarlos y mantenerlos en el tiempo. Se estima que un pequeño compromiso por parte de cada uno de los ciudadanos puede suponer un ahorro de hasta un 5% del consumo de gas y de petróleo en la UE. Nuestro esfuerzo por ahorrar energía también acelerará la transición verde de nuestras economías y sociedades, contribuyendo a la lucha contra el cambio climático. Hemos llegado a un punto de desarrollo de nuestra civilización en el que el medioambiente casi no puede aguantar más el impacto de la actividad humana. Estamos obligados a actuar, por las futuras generaciones y para salvar el planeta. El uso razonable de energía y el despliegue más rápido de las fuentes de energía renovables es clave para reducir el impacto que provocamos cada día en el clima con la emisión de gases de efecto invernadero. Hay muchos sectores que han reducido sus emisiones y mejorado su eficiencia energética, pero hay otros, como el del transporte o la energía que consumimos en nuestros hogares, que pueden contribuir más a tal reducción.

Hemos llegado a un punto en el que el medioambiente casi no puede aguantar más

Para cambiar nuestras rutinas diarias como, por ejemplo, los desplazamientos al trabajo o al colegio, o el uso del aire acondicionado en nuestras casas y oficinas, hace falta cambiar nuestra mentalidad. Tenemos que entender lo importante que es el compromiso individual, aunque esto implique algo menos de confort para nosotros, porque, colectivamente, puede tener efectos tangibles: aire más limpio, entorno más verde y sano, menos olas de calor insoportables, menos inundaciones e incendios forestales. Y también menos combustibles fósiles importados desde Rusia y, por lo tanto, menos fondos para financiar la guerra.

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Es evidente que, para usar menos el coche, necesitamos un transporte público eficiente y barato, una buena infraestructura peatonal y una red más grande de carriles para bicicletas. Además, para poder usar los sistemas de calefacción y de refrigeración de manera más racional, hace falta aislar mejor nuestras casas y aumentar su eficiencia energética. Con el fin de mejorar la infraestructura del transporte y la eficiencia energética de nuestros hogares, la Comisión Europea financia, a través de varios fondos (por ejemplo, el fondo NextGenerationEU o el fondo de cohesión), la renovación de edificios o de infraestructuras ferroviarias. Para reducir el consumo de electricidad es también importante, aunque parezca trivial, usar los electrodomésticos menos frecuentemente, por ejemplo, poniendo la lavadora o lavavajillas solo cuando estén llenos y evitando secar la ropa en las secadoras eléctricas.

Y tampoco hay que olvidar que todo este esfuerzo nos ayudará, además, a bajar nuestra factura de la luz y el gasto en combustibles. La Comisión Europea y los gobiernos centrales y regionales estamos poniendo en marcha campañas de información y concienciación para animar a los consumidores y a las empresas a contribuir a la eficiencia energética. Estas campañas servirán también para educar y para mostrar soluciones y medidas que facilitan el ahorro de energía. Muchos de nosotros no somos conscientes de lo fácil que puede ser usar la energía de manera más eficiente y moderada.

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Somos privilegiados porque vivimos en un país europeo seguro y democrático que pertenece a un continente desarrollado, en donde, a pesar de los problemas, no se ponen en cuestión las libertades ni los derechos humanos y se ofrecen oportunidades para el progreso individual. Tomar conciencia de este privilegio debe hacernos más responsables y nos obliga a dar ejemplo en la lucha contra las crisis actuales.

Ahorrar energía en nuestro entorno será un paso más para demostrar la solidaridad con el pueblo ucraniano y para hacer una pequeña, pero importante, contribución a la lucha por nuestro planeta.

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