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El acoso escolar no es nada nuevo. Sí lo es, en España, la palabra que lo designa: 'bullying'. Esta moda de utilizar vocablos de la ... lengua de Shakespeare comenzó como una pose, seguramente para simular el dominio de una lengua que se imponía por momentos, y se ha generalizado de tal manera que luchar contra ello es, desgraciadamente, una batalla perdida. No creo que esté perdida la guerra contra el acoso escolar o 'bullying', aunque es de resultado incierto por la propia naturaleza humana. Rousseau decía que el hombre es bueno por naturaleza, pero yo no estoy tan seguro pues la crueldad del niño es estremecedora; aunque quizá sería más justo decir que muchos niños son crueles en extremo, sabemos que en la viña del Padre hay de todo.
Decía que el acoso escolar no es nada nuevo, ha existido siempre y los acosados han sufrido lo mismo, aunque antes no se le daba tanta importancia. Todos sabemos lo duro que era el acoso infantil, especialmente los que pasamos la infancia en un internado, pues no podías irte a tu casa para huir de los acosadores. Podías ser acosado por tener un defecto físico, ¡ya es maldad!, como mi amigo Serafín, al que todos llamaban Orejas y siempre tenía sus grandes orejas coloradas, porque muchos, al pasar a su lado, le daban un golpe en ellas, como una gracia, como una maldita gracia; o por ser excesivamente educado en un ambiente machista y grosero; también por ser de ademanes amanerados e, incluso, por ser buen estudiante; o simplemente porque le caías mal a uno de los 'mandones'. Entonces no se le daba mucha importancia a ese maltrato, pues aquella educación se basaba en el maltrato y la torta y el castigo eran la norma. Aunque había un matiz diferencial: el castigo, físico o no, por parte de los educadores no dejaba, en general, huella psicológica ya que estaba generalizado. Nos pegaban y castigaban a todos y lo asumíamos como parte de aquella desastrosa educación –que no era desastrosa en conocimientos ni en la asunción del bien y del mal, en eso daba mil vueltas a la de ahora–, pero el acoso por parte de los compañeros sí hacía sufrir, como ahora, aunque entonces estábamos más preparados para el sufrimiento al que, en muchos casos, se consideraba purificador y, como me decía un compañero de internado, luego catedrático y colega: «Después de todo lo que pasamos, no hemos salido tan mal».
Ahora, el acosado puede acudir a pedir ayuda a la familia, a los profesores, a los especialistas... Antes no, pero el fin del 'bullying' no lo veo nada claro. Si no tenían razón Hobbes, Maquiavelo y otros, que decían que el hombre es malo por naturaleza, es que no sabemos inculcar a los niños la diferencia entre el bien y el mal. Y ya tiene... bemoles.
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