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Dicen que el mayor éxito de Marine Le Pen para obtener tan buenos resultados es que ya no da miedo a los franceses. Cuentan que alguien que ama a los gatitos inspira ternura y ella adora los gatitos y llora por ellos más que por ... las personas que se ahogan en el Mediterráneo tratando de llegar a Europa. Ella habla como si personificara todas las esencias de Francia, de una Francia que no necesita a Europa. Así que si, para seducir a los ciudadanos, la política ha tenido siempre algo de teatral impostura, hay que reconocer que algunos interpretan el papel de maravilla y a las pruebas (23,1% de los votos) me remito.
Por mucho que nos digan que casi nunca nada es lo parece, nos engañamos y creemos lo que queremos creer. Estos días he recordado una frase de Oscar Wilde que viene al pelo en estos momentos. Una dama le habla a otra de la carrera política de su sobrino, al que augura un éxito seguro ya que, «piensa como un conservador y habla como un radical; ¡Y eso es tan importante hoy...!» Pues sí, también en el siglo XIX era muy provechoso aparentar ser un poquito rebelde para encandilar mientras se disimula el objetivo real. Le Pen quiere alejar a Francia de los principios republicanos y humanistas que contribuyeron a construir la Europa actual tras la II Guerra Mundial. Viktor Orbán sería uno de sus ejemplos, una vez que no parece que sus simpatías por Putin le hayan restado apoyos. Quieren volver a la Europa de los estados-nación del siglo XIX sin democracias plenas, sin derechos universales consolidados ni, tampoco, redes de protección social que nos igualen a todos sin tener en cuenta el nivel de renta.
Las palabras pueden resultar muy engañosas. Cuando Le Pen u Orbán hablan de una Francia o una Hungría fuertes no están pensando lo que interpretan quienes les admiran y votan entre las capas sociales más enfadadas, las más frágiles y castigadas por las crisis. Ellos no están preocupados por los derechos, la igualdad y la fuerza que otorga a un país su cohesión social. Están pensando en democracias mutiladas como la autocracia «fuerte» que Putin ha construido en Rusia y que solo protege a sus élites.
Mientras las bombas caen sobre Ucrania, los civiles son masacrados, se viola a mujeres y se vulnera la legalidad internacional, Marine Le Pen propone una Alianza de Naciones y una cooperación de seguridad con Rusia. Es decir, dinamitar la Unión Europea desde dentro y aliarse militarmente con Putin. La candidata de extrema derecha, acariciando gatitos, deja claro su antieuropeísmo, similar al que defiende en España el partido de Santiago Abascal. Le Pen prefiere el militarismo agresor del «fuerte» dictador ruso al sistema de defensa de las democracias occidentales articulado en la OTAN. No sé si los gatos dormirán tranquilos pero yo tengo pesadillas.
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