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El Gobierno se ha adherido a las tesis que mantienen que para salir cuanto antes de la crisis sanitaria nuestro país tiene que abrirse comercialmente al mundo. Piensan los expertos que nuestra dependencia de la UE es clave, pero insuficiente: hay que ingresar en mercados más remotos. El propio Sánchez ha abogado por «estar más presentes en Asia, Estados Unidos y Latinoamérica». No es casual que el jefe del Ejecutivo haya girado un rápido viaje a Latinoamérica, que fue objetivo preferente de nuestro país, pero que se ha diluido a partir de ciertos incidentes, como el comportamiento de Argentina con Repsol. De cualquier modo, aquel mercado sigue siendo importante, ya que España es el segundo inversor en el país, con un 10% del total y más de 1.500 millones de euros. Tras Argentina y Costa Rica, habrá que abrir el abanico. Con todo, no debemos olvidar que aún hay amplio margen para desarrollar nuestro potencial turístico, lejos todavía de la saturación. Junto a los mercados tradicionales, que han de cuidarse, es posible «diversificar y desestacionalizar» la oferta para ampliar horizontes. Y es también el momento de volcarse en este esfuerzo por recuperar el nivel de vida y el ímpetu económico hacia un futuro más ambicioso.

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