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Dicen que pronto volverán a rodarse películas pero sin besos ni abrazos. Desaparecerán las escenas subidas de tono. El único sitio donde el tono sube cada día no es la Bolsa sino el Congreso. Allí, desde que el virus atrapó nuestras vidas, no hay riesgo ... de que se besen, aunque nadie garantiza que no se líen a bofetadas. Contemplar el hemiciclo produce un cierto escalofrío. No sabemos si habrá coronavirus pero sus señorías están afectados por otro virus más peligroso. La enfermedad que ha brotado se parece al odio y puede extenderse por imitación a la sociedad y quebrar la convivencia. Se están alentando enfrentamientos, se están calentando las calles y eso es una irresponsabilidad de imprevisibles consecuencias.
Quisiera hablar desde la ironía y la broma pero no puedo. La situación es demasiado grave. Se oyen cosas sorprendentes. Escucho hablar de dictadura socialcomunista, resucitar a ETA como argumento, lanzar proclamas exigiendo libertad, afirmar que el Gobierno está arruinando España y que lo patriótico es llenar las calles para defender la verdadera España... Estamos en un estado de alarma, temporal y transitorio, por razones sanitarias. No se está liquidando la democracia, la mayoría de los españoles no lo permitiríamos. Quienes sostienen tales exageraciones parecen sugerir que el virus es un invento fabricado y esparcido por el gobierno para arruinarnos como si el riesgo y el resto del mundo no existieran. Es asombroso, no hablan de combatir el virus sino de tumbar un gobierno parlamentariamente débil desde su nacimiento. Su fragilidad es cada día más evidente. Se ve obligado a buscar apoyos vergonzantes, incluso en un asunto de salud pública, porque el líder de la oposición prefiere abrazarse a Vox, incluso sin mascarilla, antes que colaborar para salir de la pandemia.
La crisis actual va a dejar pálida la de 2008. Pedimos a Europa una salida conjunta de esta desgracia pero en España, los supuestos líderes son incapaces de acuerdos globales en beneficio de su país. Sinceramente creo que el odio nubla las inteligencias y que ya no pueden ni mirarse ni mirarnos a los ojos sin sonrojarse de vergüenza. Me pregunto, ¿qué España verdadera es esa en la que no caben todos los españoles y sus ideas? Ojalá, quienes juegan a sembrar rencor reflexionen porque están ignorando los riesgos que corremos. Creo que es mejor abrazarse y ayudarse, sostenerse unidos para evitar caer desplomados al suelo, exhaustos para levantarnos. Con un país al límite, la ciudadanía observa atentamente y no olviden sus señorías que tanto el Gobierno como la oposición serán juzgados por ella. Lo aconseja el sentido común, lo reclama la mayoría: no hay salida ni reconstrucción posible sin abrazo. La verdadera España es la que hacemos entre todos y con respeto a todos.
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