2023, en busca de respuestas
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Cabe esperar que los actores de la liza electoral eviten extremar la confrontación ante una sociedad sobrecargada ya de pugnas políticasEl año 2023 se presenta con dos grandes interrogantes para los españoles: cuál será la evolución de nuestra economía y qué signo político prevalecerá en el gobierno de las instituciones para los cuatro próximos años. Sorteado el riesgo de la recesión según todas las previsiones, ... la probabilidad de que la tasa de crecimiento de España sea la más destacada de la UE tampoco puede hacernos olvidar que seremos el último país en volver a su nivel de riqueza anterior a la pandemia, que el desempleo seguirá duplicando la media europea, y aun con la inflación a la baja, la fluctuación de los precios de la energía y de los alimentos frescos continuará dificultando la recuperación y la vida de muchas familias. La directora del FMI, Kristalina Georgieva, ha señalado que un tercio de la economía mundial acabará en recesión, incluida la mitad de la Unión, con la desaceleración simultánea de Estados Unidos, Europa y China como factor principal de preocupación. Un pronóstico que bien podría cumplirse sin que lo haga con toda crudeza y que resume el año de incertidumbre al que nos vemos abocados sin que el erario pueda endeudarse más, ni las administraciones olvidarse de su déficit.
Las elecciones locales y autonómicas del 28 de mayo y las generales previstas para final del año, durante la presidencia española de la UE, acentuarán inevitablemente las diferencias partidarias, que pivotarán en torno al pulso entre el PSOE de Pedro Sánchez y el PP de Alberto Núñez Feijóo. Pero cabe esperar que los principales actores de la liza eviten extremar la confrontación, aunque sea por un interés electoral coincidente ante una sociedad que ya está sobrecargada de pugnas políticas. Los dos principales partidos tienen en ese sentido tres obligaciones que no pueden soslayar. La primera es evitar que el fragor electoral contribuya al empeoramiento de una situación institucional ya delicada, y que requeriría cuando menos un pacto tácito entre Sánchez y Feijóo. La segunda es impedir que las administraciones se vean de facto paralizadas a la espera de que hablen las urnas, por falta de consensos amplios, cuando todos los esfuerzos públicos serán pocos para vadear con éxito 2023. La tercera es que el debate electoral no se aleje de la verdad de las cosas, especialmente en cuestiones económicas y sociales. Por lo que quienes aspiran al gobierno de las instituciones harán bien en no dramatizar en exceso; y en no mostrarse triunfalistas aquellos que optan a seguir al frente de las mismas.
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