2020 redondo

Claro que aun no ha llegado y, para algunos, no es bienvenido. Todavía no hemos retirado el celofán rojo y morado en que está envuelto el paquete y ya lo denigran quienes viven de anunciar el fin del mundo haciendo sonar las trompetas de su infinita soberbia. Pongamos un notorio ejemplo de lo que se avecina. Antes de concluir el año doña Rosa Díez, exsocialista, ex consejera del gobierno vasco de coalición con el PNV, ex líder de UPyD, múltiples veces diputada y eurodiputada y ahora estrella de los mítines de Pablo Casado tuvo un desahogo interior antes de tragarse las uvas. Doña Rosa, buscando el protagonismo del que su legado carece, escribió en su twiter un mensaje inquietante. Según doña Rosa, «los del PSOE que callan ante lo que está haciendo Sánchez (desde el primero hasta el último de sus afiliados) se asemejan a los alemanes que fingían no oler ni ver el humo que salía de los campos de exterminio. Todos son culpables de la quiebra de la libertad y la igualdad».

No es fácil concentrar tanto odio en tan pocas palabras mientras dice predicar concordia y entendimiento entre los españoles. Debió parecerle poco el atrevimiento que añadió que la investidura va «contra los tres Reyes Magos y contra el Rey que defiende el orden constitucional. Y los afiliados del PSOE calladitos, protegiendo al felón. Cual alemanes que 'ignoraban' el exterminio». ¡Qué triste escuchar tamañas barbaridades de quien aspiró a ser secretaria general de los socialistas españoles! Cuando el argumento es el insulto envuelto en desprecio con el único fin de obtener notoriedad es que nos hemos perdido en esta vida. En este caso podemos decir que la dimensión de la injuria es inversamente proporcional a la calidad humana y política de quien la emite. ¡Qué tristeza! Lo que hay que hacer para conseguir el aplauso de quienes siempre la despreciaron. Este es, para nuestra desgracia, el nivel en el que se mueve actualmente la política española.

Yo también seré sincera, doña Rosa, pero no lo haré desde el odio sino desde el análisis de la realidad numérica del Parlamento que los españoles han elegido. Nadie tiene mayoría suficiente para gobernar en solitario. Así que hay que pactar, guste más o guste menos. Ya ve lo que ocurrió con Albert Rivera. Se negó a facilitar un gobierno con sus 57 diputados en abril y en noviembre se convirtieron en 10. Ahora el resultado es más endiablado y los pactos más complicados. No me gusta que la investidura dependa de los votos del independentismo, no me gusta nada y espero que se expliquen los detalles del acuerdo. Pero, a renglón seguido, tengo que añadir que no he visto a ninguno de los partidos que se dan golpes en el pecho invocando el patriotismo, prestarse a la posibilidad de facilitar la investidura salvo que pretendan nuevas elecciones. Casado no se va a abstener porque teme que la ultraderecha de Vox lo ridiculice y Ciudadanos persiste en la estrategia que casi lo fulmina. Si alguien ve más sumas posibles que se dirija a los patriotas de boquilla en vez de a los Reyes Magos. El nuevo gobierno no lo tiene nada fácil, va a nacer con fragilidad parlamentaria y con una amplia campaña en su contra. El tiempo dirá si mereció la pena. Juzguemos los hechos. Para que 2020 sea redondo espero que algunos dejen de sembrar el odio que crece como la mala hierba.