Cada equis meses se reiteran en el imaginario mediático una serie de asuntos que no dejan tranquila a la audiencia hasta que una noticia de (verdadero) alcance requiere la atención de los medios y estos olvidan el tema comodín hasta nueva ocasión.

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El de la ... racionalización de los horarios es uno de esos temas que ya huele a rancio. Es curioso que cada poco tiempo renazca ese debate estéril que ahonda en la imperiosa necesidad de que las empresas amolden sus, en muchas ocasiones, incomprensibles horarios para que sus empleados puedan mantener una vida familiar (o individual, que también cuenta) sana y equilibrada.

Desde hace ya algunas fechas en este análisis se ha colado la estúpida convicción de que hay que acompasar el horario español al europeo para que la racionalización de la vida privada y profesional pueda convertirse en una realidad. ¡Como si adelantar los relojes una hora fuera a incrementar la productividad española (verdadero 'quid' de la cuestión y grave problema del sistema laboral español)!

Mientras no se aborde el tema de la racionalización de horarios y de la conciliación familiar y laboral desde una perspectiva valiente e integral y, lo más importante, aportando los recursos económicos necesarios para hacerlas posible (léase más contrataciones, inversión en teletrabajo, etc...), este tema no dejará de repetirse como un mero brindis al sol, bienintencionado pero poco más.

Ojalá me equivoque y quienes mandan se pongan a la faena para mejorar los horarios laborales de todos (y no solo los suyos), pero tengo la sensación de que este mismo debate regresará igual dentro de una temporada. Como el de los perros peligrosos. O el de la energía nuclear. ¿Recuerdan?

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