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Han pasado ya diecisiete años del mayor atentado de la historia de España. Recuerdo dónde me encontraba aquel 11 de marzo: en Estrasburgo, donde La Rioja pedía a la Justicia europea que se pronunciase contra la deslealtad fiscal vasca. Los españoles estábamos curtidos en el ... tiro en la nuca o en la bomba-lapa de ETA, pero esa sincronización terrorífica, esa perfección de la muerte, nos dejó noqueados, sin capacidad para reaccionar. Una salvajada que continúa helándonos la sangre. Así pasen los años.

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