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A un año para las elecciones generales y poco menos de seis meses para las municipales y autonómicas, el espacio político morado sigue en construcción. Mientras a Podemos se le agota la paciencia y pide a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz «que decida lo antes ... posible» sobre la configuración de Sumar –su proyecto político– y si se presentará como candidata, la líder gallega se empieza a cansar de estas prisas y vuelve a pedir «sosiego» a sus eventuales aliados.
Díaz reconoce que Sumar «va a ser el secreto de una nueva coalición progresista», pero las posiciones se mantienen alejadas. Desde la formación que preside Ione Belarra han pasado de asumir que sus siglas se disolverían en un «frente amplio» a tratar de tú a tú al proyecto de la titular de Trabajo y pedirle «un acuerdo justo y generoso», en clara advertencia de que Podemos, argumentan, «es la fuerza hegemónica de la izquierda». La traducción de esta petición también es cristalina: que su partido reciba puestos preferentes en las listas electorales de una futura coalición.
Sin embargo, desde el entorno de la dirigente gallega ya reconocen abiertamente que no comparten «esta forma de negociar», en medio, dicen, de los «golpes» que reciben por parte de la dirección de Podemos y de su exlíder Pablo Iglesias. «La ciudadanía ya se ha dado cuenta y lo percibe como algo negativo», comentan en clara alusión a los tuits incendiarios del histórico líder de la formación morada.
Candidatura. La vicepresidenta plantea adelantar las conclusiones de su proyecto político por la «incertidumbre»
En lo que sí coinciden ambas partes es en la «necesidad de unidad» en la izquierda. Empezando por el propio Iglesias, que en la 'Uni de otoño' pidió «respeto» para Podemos en las negociaciones que se llevan a cabo y en las que también están inmersas otras fuerzas situadas a la izquierda del PSOE como Izquierda Unida, los comunes, Más País o Compromís. Todas ellas más en sintonía con Díaz. «No necesariamente somos amigos, no necesariamente nos queremos o hacemos mítines juntos, pero somos lo suficientemente inteligentes para que no gobierne la derecha y entendernos. Tenemos que hacer cada uno nuestro trabajo», afirmó el exvicepresidente segundo del Gobierno el pasado lunes.
Díaz, espoleada por las recientes encuestas que dan a Sumar un número de escaños en el Congreso superior al que ahora ostenta Unidas Podemos (cuenta con 35), reconoce que en su proyecto «hace falta mucha gente para ganar el país, a ritmo lento, pensando muy bien en lo que necesita la ciudadanía. Pero Sumar es imparable».
Pero ni siquiera el deseo de que los tiempos de Sumar «no estén atados a los que imponen las urnas» evita que Díaz no se sienta arrinconada «por la incertidumbre» que le transmiten muchos dirigentes de las formaciones de izquierda. Por ello, la vicepresidenta plantea ahora adelantar las conclusiones de los grupos de expertos que elaboran el «programa de país» en el que se basará su proyecto político. Éstas estaban previstas, en un primer momento, para febrero o finales de marzo, fechas cruciales para la configuración de un frente de izquierdas que trate de frenar en las generales la sangría electoral que padece el espacio morado desde 2016. En enero, Podemos e Izquierda Unida también deberán cerrar un acuerdo para concurrir –juntas o separadas– a las municipales y autonómicas.
Este adelanto llevará aparejado el del desenlace que todos esperan:la candidatura de Díaz, que «aún no está clara» según sus colaboradores cercanos. Sin embargo, en los últimos actos del proceso de escucha, la vicepresidenta ha señalado a sus seguidores que dará «un paso adelante» si ellos quieren.
Y ahí radica precisamente la otra incógnita que queda por despejar. Sumar está concebido como un movimiento ciudadano y carece de las bases, la estructura y la militancia de la que gozan los partidos tradicionales. Si habrá primarias, desde el proyecto de la vicepresidenta aún no han especificado cómo serán estas ni qué electorado votará.
Esta debilidad, la ausencia de militancia, es la que precisamente esgrimen desde Podemos para intentar asegurarse un trato preferente en las negociaciones. Los morados reconocen que prestan apoyo logístico a los actos de Sumar, pero no esconden que la interlocución de la vicepresidenta con su dirección es escasa.Tanto que desde el partido morado señalan que los canales de comunicación entre Díaz y la cúpula de los morados «llevan meses inoperativos».
El mensaje que lanzan ahora desde la dirección de Podemos es que debe ser la dirigente gallega la que muestre «voluntad política»para llegar a un acuerdo y que sea ella la que de el primer paso como futura líder de la coalición.
El destino político del «frente amplio», la eventual coalición en el espacio situado a la izquierda del PSOE, se decidirá en el primer trimestre del año. El 30 de enero es el plazo que Izquierda Unida ha dado a Podemos para sellar un acuerdo para concurrir de la mano –o no– a las elecciones municipales y autonómicas de mayo, un hito que marcará las negociaciones entre ambas formaciones para las generales, aún sin fecha decidida. Por si fuera poco, semanas más tarde, entre febrero y marzo, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz anunciará si se presenta como candidata a liderar Sumar y presentará las conclusiones de los grupos de trabajo de su «proceso de escuchada».
Esta decisión será fundamental para la configuración de un «frente amplio» para las generales. Si la líder gallega decide encabezar las listas, será la encargada de negociar directamente con Podemos las condiciones para un encaje de los morados en una coalición de izquierdas.
Las posiciones están ahora alejadas, pero la proximidad de los comicios y el contexto cada vez más volátil de la legislatura forzarán, por pura necesidad, el desenlace. Para acercar posturas será fundamental, en primer lugar, que Díaz, Belarra y la ministra de Igualdad, Irene Montero, reabran los canales de comunicación. Por el momento, la formación que lidera Ione Belarra pide un «acuerdo justo» que justifican arrogándose la «posición hegemónica de la izquierda».
Pero en esta ecuación entran otros actores que serán fundamentales. Los comunes de Ada Colau son la facción, junto a Izquierda Unida, más cercana a la vicepresidenta segunda, y la que están apoyando a la plataforma Sumar sin fisuras.
Más País, partido que lidera Íñigo Errejón, antigua mano derecha de Pablo Iglesias y defenestrado de la dirección de Podemos en 2017, tras el turbulento Vistalegre II, se encuentra también en la ecuación, aunque su encaje se dificulta por las tensiones que existen con Podemos. Mientras que Compromís está dividido ante esta cuestión.
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