Miriam Nogueras entra a una sesión en el Congreso. EF

La voz de Puigdemont

Míriam Nogueras ha cobrado todo el protagonismo tras el 23-J. De azote del Gobierno a socia implacable. Integra el tridente de Junts, junto al expresident y Turull, que negocia con el PSOE

Cristian Reino

Barcelona

Domingo, 21 de enero 2024, 00:15

Hace un año, protagonizó un desplante, marca de la casa, muy aplaudido por la parroquia 'indepe' más hiperventilada. Retiró la bandera española de la sala de prensa del Congreso. «Me representa más la europea», justificó Míriam Nogueras (Dosrius, Barcelona, 1980), la jefa de filas de ... Junts en Madrid. O lo que es lo mismo: la voz y el brazo ejecutor de Carles Puigdemont en el Congreso.

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Nogueras forma parte del tridente de Junts que negocia con los socialistas, junto al expresidente de la Generalitat y el secretario general del partido, Jordi Turull. La diputada postconvergente ha pasado de echar pestes contra el Gobierno a ser una de sus principales interlocutoras. Su evolución es similar a la de su archienemigo Gabriel Rufián, ambos de retórica contundente, titular de Twitter y frases lapidarias. El diputado de ERC empezó mostrando impresoras en su escaño en el Congreso y acabó como socio de referencia del Gobierno.

Futbolista en un equipo de veteranas, empezó de defensa y ha acabado de delantera. Como en la Cámara baja

Nogueras, más o menos, lo mismo. Hasta hace bien poco, su pose malhumorada y hasta de desprecio a todo lo relacionado con lo español se quedaba en anécdota, dado que Junts no pintaba nada en la gobernabilidad. Se la conocía como la del no a todo, Junts no entraba en ninguna ecuación. El 23-J lo giró todo y también el rol de Nogueras en la política española. Ahora encarna lo que antaño el jefe de la minoría catalana, los Roca, Trias, Molins o Duran. Eso sí, con un discurso muy bronco y de continua amenaza, que es el que le interesa a Puigdemont y que visualiza la diferencia que existe entre la antigua Convergència y la actual Junts. La formación, trata de mantener la llama del 'no surrender', la de que no claudicará, después de años acusando a ERC de haberse rendido al pisar la moqueta del Congreso y de la Moncloa.

Nogueras empezó como empresaria textil, de tertuliana, en cadenas de ámbito catalán, y representante de una patronal, Cercle Catalá de Negocis, donde participó en algunas campañas como la del 'No vull pagar', que surgió para rechazar los peajes a modo de apéndice del 'España nos roba'. Francesc Homs y Jordi Turull la reclutaron para las listas de las generales en 2015. Buscaban una cara nueva, telegénica, de verbo afilado, alejada de la Convergència clásica y desacomplejadamente independentista.

Sintonía con todas las familias

Empezó siendo 'turullista', luego 'puigdemontista' y también cercana a Laura Borràs. Nadie en Junts tiene sintonía con todas las corrientes del partido. Solo ella. Fuentes de la formación aseguran que Puigdemont está muy contento con su labor en Madrid. Tiene a una fiel escudera que no se moverá ni un ápice de las consignas de Waterloo. Así fue en 2018. Una parte del grupo del PDeCAT estaba a favor de apoyar la moción para tumbar a Mariano Rajoy. Nogueras estaba en contra, siguiendo el parecer de Puigdemont. Marta Pascal y Carles Campuzano se impusieron al criterio del expresident y el PDeCAT se sumó a la mayoría para hacer presidente a Sánchez.

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Desde entonces, Puigdemont se asegura que el jefe de filas de Madrid sea un soldado suyo. Nogueras concurrió como número dos en 2019, tras Borràs, y se quedó ya como jefa del grupo en el Congreso tras el nombramiento de su correligionaria como presidenta del Parlament. En 2023, lideró la candidatura por primera vez. Jaume Giró intentó forzar primarias, pero Puigdemont le cerró el paso.

Nogueras concurrió como número dos en 2019, tras Borràs, y se quedó como jefa del grupo en el Congreso tras el nombramiento de su correligionaria como presidenta del Parlament

Juega a fútbol en el equipo de veteranas del Cardedeu (Barcelona), donde vive cuando no está en Madrid. Culé, hija de periquito, está casada con un piloto de helicóptero y tiene dos hijos. Empezó de defensa y ahora juega de delantera. Igual que en el Congreso. De votar no a todo, hoy integra la mayoría plurinacional que apoya al Gobierno. Ya ha votado sí a la investidura de Sánchez y a dos reales decretos. Todo un giro para quien hasta hace bien poco decía, con ese tono retador que le caracteriza, que con «esta gente» no se puede negociar ni hay nada de qué hablar.

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Así como otros independentistas evitan el término España y lo sustituyen por Estado español, en su caso la acepción es «el Reino», con tintes despectivos. Lo ha calificado como un «nido de corruptos analfabetos y fascistas, también como un «putiferio» o como un «estercolero putrefacto». Es evidente que no siente muchas simpatías por el que considera su país vecino, donde cree que manda un «golpismo de togas». Semanas atrás, en un discurso muy polémico el día que el Congreso aprobó la toma en consideración de la ley de amnistía, llamó «indecentes» a algunos jueces del Supremo y del TC y pidió su procesamiento. «Espejel, Lesmes, Llarena, Lamela y tantos otros que en un país normal serían cesados y juzgados de inmediato», proclamó. En 2020, se diplomó en Defensa por el Ceseden del Ejército español. Por aquello de conocer al enemigo desde dentro.

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