Gobierno y PP suman sus votos en el decreto que regula la España sin estado de alarma

La opción de oponerse no se contemplaba en las filas del PP, que gobierna en varios de los territorios que tendrán que gestionar la vuelta a la normalidad. Pero los populares sí se debatían entre respaldar las medidas o abstenerse en la votación. El martes, Pablo Casado hizo un emplazamiento al Gobierno para «sentarse» a hablar sobre algunas propuestas en materia sanitaria que podrían ser tenidas en cuenta durante la tramitación del decreto como proyecto de ley. Llegó a encomendar incluso a Ana Pastor la interlocución con el ministro de Sanidad, Salvador Illa, para abonar el terreno del acuerdo. Ese diálogo, sin embargo, no llegó a producirse.

En la víspera del debate, en el PP interpretaron que el Gobierno no movería ficha para facilitar el paso de la abstención al sí. La reunión inesperada a última hora del miércoles con una delegación de la Moncloa y del PSOE sirvió a los populares, en todo caso, como gesto. Al encuentro acudieron, entre otros, Pastor, la portavoz parlamentaria de los socialistas, Adriana Lastra, el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños, y el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Antonio Montilla. Intercambiaron las conclusiones de la comisión de reconstrucción y quedaron en seguir en contacto.

La presencia de dos miembros del Ejecutivo en esa cita, sumada al compromiso de tramitar el decreto de nueva normalidad como proyecto de ley, lo que admite su modificación, y la necesidad de no quedar al margen de iniciativas de estas características siendo el principal partido de la oposición, llevó al PP a transitar hacia el sí. Fue Casado, en un acto en el País Vasco, quien confirmó la decisión.

Fuentes territoriales aprecian que el partido engrase su perfil pactista tras una etapa de intensa confrontación con el Gobierno. Algunos dirigentes ponen, sin embargo, el cambio «en cuarentena» y creen que se debe a la proximidad de las elecciones en Galicia, donde «una imagen de moderación suma».

Durante el debate de este jueves, Pastor definió, en todo caso, el decreto como «exiguo», reprochó que el Ministerio de Sanidad se «quite de en medio» y pase el testigo a las comunidades autónomas y reclamó planes para el control ahora en puertos y aeropuertos, un mecanismo de rastreo de positivos en coronavirus, una reserva de fármacos, una bolsa de profesionales y un refuerzo en sanidad exterior.

Crítica con la gestión del Ejecutivo, sostuvo, además, que no se «ha acertado», que «parte» de lo ocurrido pudo evitarse: «Hay que saber asumir responsabilidades».

La transversalidad en la votación avivó, mientras tanto, los recelos de algunos aliados de Pedro Sánchez. Esquerra, que lamentó una falta de diálogo, instó al Ejecutivo a buscar el máximo consenso con los socios de la investidura: «Nuestro no sigue siendo un aviso a navegantes». Y EH Bildu, molesta como los republicanos por la aproximación del Gobierno a Ciudadanos, advirtió de lo «imposible» de conjugar izquierda y derecha.

Pero los liberales apuntaban ya este jueves a la negociación de los Presupuestos. El portavoz adjunto de Ciudadanos, Edmundo Bal, apeló al «coraje» para pactar unas cuentas de 2021 «moderadas y razonables» entre «todos». Esa es, en realidad, la verdadera prueba para el Gobierno, que necesita salvar el proyecto del próximo año para apuntalar la legislatura.