Víctor de Aldama, el conseguidor de todas las salsas

Con esos mimbres, la biografía de De Aldama encajaría en la definición clásica de 'culo inquieto', de perejil de todas las salsas, aunque en su caso adobadas por las sospechas de corrupción. La de un hombre polifacético que acabó pinchando nervio en el poder, lo que precipitó su caída. No en vano, el empresario es también considerado por la Fiscalía como el comisionista que medró a cuenta del rescate de Air Europa. Según la Guardia Civil, fue su cercanía con el exministro de Transportes, José Luis Ábalos –labrada a través de su trato con su colaborador Koldo García, al que conoció en 2018– la llave para que el Gobierno concediese en plena pandemia a la aerolínea el rescate público de 475 millones a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), cuando Javier Hidalgo era su consejero delegado. Un salvamento que se negoció mientras Begoña Gómez se reunía con Hidalgo en la sede central del holding en Madrid, según las denuncias presentadas a partir de informaciones periodísticas ante el instructor de la causa abierta a la mujer del presidente Sánchez.

Al través de Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas S. L., De Aldama era, de acuerdo a la investigación de la UCO, el centro de «un entramado corrupto» que pasó en 2020 de los números rojos a facturar 53 millones gracias, principalmente, a los contratos más jugosos de material sanitario del Gobierno durante la emergencia sanitaria, principalmente por la venta de mascarillas. Un 'milagro' económico que logró con solo cuatro trabajadores y mientras cientos de empresas quebraban por las consecuencias económicas del confinamiento.

Pero no hay trama que se precie sin el cliché de los nombres en clave. El sumario también revela que cuatro meses antes de que se destapara el 'caso Koldo', los investigados sabían, a través de un chivatazo, que la UCO les estaba investigando. Por eso empezaron a usar apodos. Si a Pedro Sánchez se referían, según cree la UCO, como «el 1», a Ábalos le denominaban «el goblin» o «el jefe» y a Koldo, «el grandullón»; De Aldama era, para sus compañeros «perro», «pitbull», «búfalo» y «guau guau».

Apelativos que el empresario recibía secretamente mientras se paseaba por las calles de Madrid y de Zamora en un Ferrari Portofino de color negro (valorado 230.000 euros), propiedad de la empresa Soluciones de Renting y Movilidad SL, la que se encargaba, describe el auto, de firmar los contratos para las mordidas. También adquirió en plena pandemia un Porsche Cabriolet a través de la misma empresa y se le atribuye en el sumario del caso un Volkswagen Golf y un Land Rover Range Rover adquiridos a través de otras empresas.

De gustos no modestos, De Aldama llegó a ser nombrado cónsul honorario de Georgia, cargo del que fue cesado en marzo tras su imputación en el 'caso Koldo'. Gracias a ello, Zamora, donde residía por su cargo de presidente del equipo local, se convirtió en una de las ciudades con representación consular de España, aunque aún se desconocen los vínculos del empresario con la nación de Asia Occidental. También estuvo registrado como empresario textil en Sudáfrica y presumía de representar al Estado Libre de Oaxaca (México).

Lo cierto es que estas credenciales diplomáticas le abrieron numerosas puertas, siempre según los informes de la UCO. Entre ellas, le permitieron negociar con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, la venta de 104 barras de oro valoradas en 68,5 millones de dólares a la empresa Bancasa mediante un contrato facilitado por el Fondo de Desarrollo Nacional de Venezuela.

La documentación incautada en los dispositivos electrónicos de De Aldama revela que el 27 de diciembre de 2019 se firmó el contrato para la venta de ese oro, que debía ser entregado entre el 27 de diciembre y el 6 de enero de 2020. Los mensajes intercambiados entre Rodríguez y el empresario madrileño sacan a la luz, además de un plan de vuelo detallado, el papel esencial del empresario en la transacción. El oro debía viajar desde Moscú hasta Caracas, con una parada en Zambia, en un vuelo programado para el 1 de enero de 2020, que finalmente aterrizó en suelo venezolano el 3 de enero.

Dos semanas más tarde, el 20 de enero, Delcy aterrizó en Barajas. Al salir de la aeronave el personal del aeropuerto bajó un total de 40 maletas que fueron subidas a un coche de la Embajada de Venezuela en Madrid. La número dos de Maduro fue recibida por Ábalos, Koldo García y el propio De Aldama, que había sido contratado por Globalia para recuperar una deuda de 200 millones de euros que el Gobierno venezolano mantenía con la empresa.

De Aldama también habría tratado de ocultar a través de terceros una urbanización en la Moraleja, varias viviendas en Madrid y un Ferrari F12, entre otros. Además, habría creado entre agosto de 2022 y marzo de 2023 hasta siete sociedades en Portugal para sacar el dinero del país.