La vicepresidenta Montero, en el epicentro de las presiones para liderar el PSOE en Andalucía

Si Montero diera el paso, empujada por el propio Sánchez, es difícil que llegue a haber primarias. La vicepresidenta es la dirigente que más consenso suscita en un partido que ha vivido en los últimos años batallas fraticidas y en el que se da por descontado que, llegado el caso y achicharrado políticamente tras los malos resultados de los comicios de 2023, Espadas se hará a un lado. Y que el otro nombre que ha venido sonando en el último mes como su posible sucesor, el número dos de Santos Cerdán en la secretaría de Organización en la dirección federal, Juanfran Serrano, se apartará de manera disciplinada.

Sánchez sondeó en los días previos a la pausa vacacional a varios secretarios provinciales para hacerse una idea de primera mano sobre sus posiciones. Pero al margen de lo que estos le hayan trasladado, tiene otras cuestiones que sopesar. Si prospera su candidatura, Montero se sumará a la ya notable lista de ministros que ejercen ya o ejercerán como líderes de la oposición en una comunidad autónoma –en su mayoría, en manos del PP este cuatrienio– con la vista puesta en las elecciones de 2027. La de Ciencia, Diana Morant, lo hace (y pretende seguir haciéndolo) en la Comunidad Valenciana sacudida por la dana. El de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, también se presentará a la reelección como secretario general del PSOE canario. El ministro de Transformación Digital, Óscar López, tomó a principios de mes las riendas del PSOE de Madrid para batirse contra Isabel Díaz Ayuso. Y la portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría, ya está en campaña para liderar a los socialistas aragoneses, ella con candidato alternativo-

Junto a ello, Montero no es una pieza más del Ejecutivo ni del partido, del que es vicesecretaria general desde julio de 2022. Sobre sus hombros descansa una ingente tarea, no solo porque lleva un ministerio de tanto peso como el de Hacienda, sino porque coordina buena parte de la acción del Gobierno y su papel a la hora de tejer acuerdos políticos con el resto de grupos parlamentarios resulta primordial, en una legislatura en la que nada puede salir adelante sin un diálogo a múltiples bandas con los socios de investidura. Solo el ministro de Justicia, Presidencia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, se le puede equiparar en trascendencia.

Aunque ya es habitual que los viernes tenga comparecencias públicas en su tierra, Sevilla, ejercer la oposición al popular Juanma Moreno y tratar de recuperar la gloria de la que sigue siendo la federación más numerosa del PSOE (40.000 militantes al corriente de pago, según el último censo) y un pilar fundamental del partido, robará a la vicepresidenta primera las escasas horas de sueño que aún puede permitirse. Si lo hace, no será por gusto, sino porque Sánchez, hacia el que mantiene una lealtad a prueba de bomba, se lo requiera.

Montero, que fue consejera de Salud con José Antonio Griñán y consejera de Hacienda con Susana Díaz, nunca ha ambicionado puestos orgánicos. Pero en la ejecutiva federal advierten de que eso no será un factor. «Lo de las ganas personales es lo de menos», remarcan. «Este presidente no tiene momentos de descanso y nos aprieta a todos».