Las tres edades de Podemos

Los morados cumplen diez años este miércoles a las puertas del nuevo ciclo electoral en el que volverán a jugarse su futuro en unas europeas

Domingo, 14 de enero 2024, 00:27

Podemos volverá en junio al lugar donde todo comenzó hace diez años: las elecciones europeas. Recién fundado un 17 de enero de 2014 en el Teatro del Barrio de Lavapiés (Madrid), cuatro meses más tarde se presentaron a la cita electoral como partido debutante, sin ... más armas que un candidato con carisma y curtido en debates televisivos, Pablo Iglesias, y actuando como los garantes del malestar de las plazas del 15-M. Dieron la campanada con cinco eurodiputados y 1.249.158 votos. Una década más tarde, el panorama ha cambiado y aquella «maquinaria de guerra electoral» ya no luchará por «asaltar los cielos», sino por sobrevivir y plantar cara a su gran rival en el espacio político de la izquierda: el Sumar de Yolanda Díaz. Lo hará, además, con un Iglesias en segundo plano –al frente de su medio de comunicación, influyente entre la militancia– e Irene Montero como cabeza de lista.

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En este lapso de tiempo, los morados han pasado por tres etapas bien diferenciadas: de la barricada al Gobierno de coalición y de vuelta a la trinchera contra todos y contra todo. El salto de sus cinco diputados al Grupo Mixto en diciembre, tras haberse presentado a las generales del 23-J junto a Díaz, movidos por las urgencias del adelanto electoral, y después de que la líder gallega les despojara de puestos en el Gobierno y portavocías en el Congreso, supuso la ruptura de la turbulenta relación entre los morados y la candidata ungida como sucesora por el propio Iglesias, cuando este abandonó la política tras su fracaso en las autonómicas madrileñas de 2021.

Esta batalla por la hegemonía de la izquierda, que tendrá también Galicia y País Vasco como escenarios en los próximos meses, no se juega tanto en el campo del programa político, que comparten en gran medida con la coalición de la vicepresidenta segunda, sino en el del relato. Así se pudo comprobar en el pleno del pasado miércoles, cuando Podemos tumbó el real decreto ley de subvenciones al desempleo impulsado por Díaz alegando que contenía «un recorte para los mayores de 52 años». Desde Sumar, su portavoz adjunta, Aina Vidal, acusó, en cambio, a los de Ione Belarra de que detrás de estos movimientos «se encuentra el odio personal» de Iglesias hacia la vicepresidenta segunda.

Los morados niegan haberse bunkerizado en los últimos años y defienden que no se han «movido nunca de su trinchera». «Los que se han movido han sido los demás», señalan en referencia a Yolanda Díaz, a quien acusan de «no distinguirse del PSOE». Los socialistas, por su parte, han llegado a culpabilizar a la líder de Sumar de «haber tensado demasiado la cuerda con Podemos», lo que ha granjeado al Gobierno «un nuevo actor con el que tener que negociar cada decreto» y que, como se enorgullecen desde Podemos, «defenderá su autonomía parlamentaria» cueste lo que cueste.

Pero hubo un tiempo en el que los morados apostaron por la transversalidad y los acuerdos con otras formaciones para alcanzar sus objetivos políticos. El siguiente éxito de la recién nacida formación de izquierdas llegó en las municipales de mayo de 2015, cuando Podemos y sus confluencias sorprendieron a PP y PSOE, poniendo en duda el bipartidismo imperante desde la Transición, al hacerse con varias de las alcaldías más importantes del país.

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Las generales de diciembre de 2015 auparon a Podemos como tercera fuerza más votada del país con 69 diputados y 5,2 millones de votos (a tan solo 300.000 del PSOE). Iglesias miró entonces hacia Izquierda Unida, que había obtenido en esas generales el respaldo de más de un millón de votantes. Pese a las reticencias iniciales, ambas formaciones acabarían forjando una alianza tras el llamado 'pacto de los botellines'. Primero bajo la marca Unidos Podemos; después, Unidas Podemos. Pero los resultados en las generales de junio de 2016 no fueron los esperados. Aunque sumaron 71 escaños, no lograron el 'sorpasso' al PSOE.

De la Moncloa a la ruptura

En febrero de 2017, el congreso Vistalegre II dividirá definitivamente a Podemos en dos facciones enfrentadas, es decir, a Iglesias y a su hasta entonces número dos, Íñigo Errejón (ahora en la dirección de Sumar). Una escisión cuyas consecuencias siguen latentes en el espacio político.

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2019, en cambio, supuso el año del triunfo. Pese a perder apoyo popular, Podemos logra evitar el descalabro en los comicios generales del 28-A y del 10-N (42 y 35 escaños respectivamente). El 7 de enero de 2020, entre lágrimas, Iglesias celebró el éxito de la investidura, que se saldaría con cinco ministerios para Unidas Podemos y su entrada en el primer Gobierno de coalición desde la restauración de la democracia.

Pero la elección de Díaz como sucesora de Iglesias no terminó de salir como este había planeado en su despedida. El 2 de abril del año pasado, en el polideportivo Magariños de Madrid, la líder gallega anunció su candidatura a la Moncloa, sin el apoyo de la directiva de Podemos pero sí de otros 17 partidos como IU o Más País, iniciando así el pulso que se dirimirá en este ciclo electoral.

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