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Estado en el que quedó el Audi en el que viajaba Aznar. EFE
Treinta años después en la esquina en la que Aznar volvió a nacer

Treinta años después en la esquina en la que Aznar volvió a nacer

En la intersección de Arturo Soria y José Silva, en Madrid, donde ETA intentó cambiar la historia de España, este Sábado Santo solo una placa por la mujer fallecida en aquel atentado recuerda lo que aquí ocurrió

Sábado, 19 de abril 2025, 11:59

«Aquí fue asesinada por la banda terrorista ETA Margarita González Mansilla el 19 de abril de 1995. Verdad, memoria, dignidad y justicia». Una placa de color azul con el escudo de Madrid en homenaje a la vecina que falleció atrapada entre los escombros de su casa es el único recuerdo de que aquí hace exactamente 30 años, a las 8.11 horas de la mañana de aquel miércoles de primavera, los terroristas pretendieron cambiar la historia política del país. Fue aquí donde intentaron asesinar con un potente coche bomba a José María Aznar, entonces presidente del PP y líder de la oposición y a quien ya por aquellos días casi todos daban por seguro futuro jefe del Ejecutivo ante el desgaste que sufrían el Ejecutivo de Felipe González y el PSOE en el poder desde 1982.

Treinta años después, la mañana de este Sábado Santo en la intersección de las calles de Arturo Soria y José Silva, al noroeste de la ciudad de Madrid, apenas hay tráfico en una ciudad vacía que apura las vacaciones de Pascua. Los escasos viandantes de este día casi festivo que pasean por la zona no reparan en que todo habría sido diferente si aquí ETA hubiera conseguido hace tres décadas el objetivo que perseguía. «Yo quise salir por mi puerta», rememoraría tiempo después la víctima de aquella detonación que lo dejó «boca abajo» pudiendo sobrevivir por el blindaje del automóvil.

Aznar llegó finalmente a La Moncloa el 5 de mayo de 1996, un año después de aquel atentado frustrado, convirtiéndose en el cuarto presidente de la democracia. Pero nada habría sido así si no se hubieran unido dos factores. El primero fue el soberbio blindaje del Audi V8 en el que viajaba el político del PP con destino a la sede de Génova y que hizo que él y su conductor, Estanis Cumplido, salieran casi ilesos -apenas algún rasguño- del intento de segar la vida del entonces candidato de la oposición a la Presidencia del Gobierno.

José María Aznar, instantes después del atentado. ABC

El segundo factor, este milagroso, fue la precipitación del terrorista que accionó, 'in situ', el detonador. Los etarras, para evitar los inhibidores de la comitiva del líder de los populares y en una audaz maniobra, tendieron 150 metros de cable para accionar el coche bomba cebado con 30 kilos de amosal. Ante el temor a ser descubiertos o no poder garantizarse la huida tras las detonación, pulsaron el botón antes de tiempo, por lo que la onda expansiva alcanzó de lleno el motor del Audi pero no a la cabina donde se desplazaban Aznar y su chófer.

En el PP se sabían en la diana de ETA. De hecho, solo tres meses antes, el 23 de enero de 1995, los pistoleros habían asesinado a Gregorio Ordoñez en San Sebastián. Sin embargo, la cúpula del Ministerio de Justicia e Interior, que por entonces dirigía el socialista Juan Alberto Belloch, no veía probable un gran atentado contra Aznar. Y menos en Madrid. Las fuerzas de seguridad, de hecho, nunca llegaron a detener o a acusar a nadie por este intento de asesinato, que sigue formando parte de la lista de la impunidad en la que figuran centenares de acciones de la organización terrorista, con derramamiento de sangre o no, con su autoría por esclarecer.

Imágen del lugar del atentado minutos después de la explosión del coche bomba. EFE

Herri Batasuna, la marca política entonces de la izquierda abertzale que ofrecía cobertura a la violencia etarra, justificó el coche bomba contra Aznar por la «responsabilidad directa de determinados políticos en la estrategia de represión legal e ilegal contra Euskal Herria». La onda expansiva de la explosión se dejó sentir en el escenario político, a las puertas de las elecciones municipales que se celebraban en todo el país apenas un mes más tarde. En San Sebastián, la candidatura que encabezó Jaime Mayor Oreja en sustitución forzosa de Ordóñez se convirtió en la lista más votada por primera y única vez en las urnas de la capital guipuzcoana. En Vitoria, el PP duplicó sus votos y en Bilbao se convirtió en segunda fuerza con el 21% de los sufragios, siete puntos más que cuatro años antes.

Colocación de la placa de recuerdo a la única víctima mortal del atentado en noviembre de 2024. Ayuntamiento de Madrid

Aznar se recuerda a sí mismo -lo describió tiempo después en Telemadrid- con un nítido «escozor» en el rostro y gritando tres veces «¡No, no, no!» por su incredulidad sobre lo que estaba sucediendo. Cabeza abajo, con el coche seriamente dañado pese al blindaje pero trasformado en su jaula salvadora, preguntó a Estanis si seguía ahí, vivo, y si la bomba estaba dentro. Luego fue cuando se empeñó en salir por su propio pie de aquel infierno.

La imagen de Aznar, que entonces tenía 43 años, instantes después de la explosión del coche-bomba, andando con aparente calma junto al vehículo y con el traje casi impoluto, dieron la vuelta al mundo. El presidente del PP, que fue atendido en la cercana maternidad Belén, fue trasladado a observación en la clínica Ruber, donde incluso atendió a los medios. Al día siguiente, tras recibir el alta, visitó en otros hospitales a los heridos del atentado y el 21 de abril, fue recibido en Zarzuela por Juan Carlos I en una audiencia que debía haberse celebrado el día del atentado.

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