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Cristian Reino y Ramón Gorriarán
Barcelona | Madrid
Martes, 6 de octubre 2020, 11:53
El Gobierno enmarca en «la absoluta normalidad» la visita conjunta de Felipe VI y Pedro Sánchez a Barcelona de este viernes. Ni crisis ni tensiones, según la ministra portavoz, hay «normalidad y naturalidad». Lo que van a encontrar el Rey y el presidente es ... la absoluta soledad institucional porque ningún miembro del Ejecutivo catalán ni de Parlament ni la alcaldesa de la capital les van a acompañar.
La Moncloa pide que no se busquen cinco pies al gato en las relaciones entre el Ejecutivo y la Casa Real. No hay que hacer lecturas interpretativas de esta visita dos semanas después de que el Gobierno impidiera al jefe del Estado acudir a un acto del Consejo General del Poder en Barcelona. Ambas instituciones, afirmó este martes María Jesús Montero, «están trabajando codo con codo por el bien y el interés general». Cada uno, prosiguió, «cumple con su tarea constitucional».
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La presencia conjunta del Rey y el jefe del Ejecutivo en actos públicos, al margen de las ceremonias protocolarias, es muy poco habitual. En el ámbito internacional coinciden en las cumbres iberoamericanas, pero en el doméstico se pueden contar con los dedos de la mano. De ahí que su participación al alimón en la entrega de premios de la Barcelona New Economy Week y en la visita a las instalaciones de 3D Factory Incubator después del veto sea relevante, aunque el Gobierno no lo vea así.
Son actos que «ya estaban previstos en la agenda» del jefe del Estado y el presidente, afirmó la ministra portavoz, cuya parquedad para hablar de las relaciones del Ejecutivo con la Corona contrastó con la generosidad verbal para criticar la actuación del PP por «utilizar la figura del jefe del Estado en la lucha partidista».
Montero sostuvo tras la reunión semanal del gabinete que el principal partido de la oposición y su líder, Pablo Casado, hacen «un flaco favor» a la Monarquía con su intento de «patrimonializarla». Si los populares, apuntó, quieren arrogarse el papel de ser más constitucionalistas que nadie, tienen que serlo «de la A a la Z», y eso incluye «la renovación de las instituciones». Una recriminación dirigida al bloqueo del PP al relevo de los vocales del Consejo General del Poder Judicial.
Ajenos a estas cuitas, el independentismo catalán ha decidido desairar la visita por la presencia del Rey y ningún representante del Govern acudirá a los actos previstos. El vicepresidente con funciones de presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ya anunció el lunes su ausencia por razones de agenda, y el Palau de la Generalitat amplió ayer el abanico de inasistencias a todo el Ejecutivo. El presidente del Parlament, Roger Torrent, también de Esquerra, y la alcaldesa de Barcelona y líder de En Comú Podem, Ada Colau, también han declinado la invitación.
El cambio de Torra a Aragonés al frente de la Generalitat no ha supuesto ningún cambio para el boicot independentista a todos los actos en Cataluña con representantes de la Casa del Rey. Una campaña en protesta por el discurso de Felipe VI el 3 de octubre de 2017 tras el referéndum ilegal celebrado dos días antes.
La consejera de Presidencia, Meritxell Budó, lo recordó: «Solo esperamos del Rey que se disculpe por el discurso incendiario y partidista del 3-O». El presidente del Parlament, a diferencia de Aragonès, no se refugió en su agenda para no acompañar a Felipe VI, y a Sánchez. «Hoy en Cataluña -afirmó- la Monarquía no es bienvenida».
El independentismo hace tiempo, antes del 1-O incluso, que puso al jefe del Estado en el centro de su diana como parte de una campaña de desprestigio de los poderes del Estado. Más aún en este momento, en pleno periodo preelectoral.
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