SALVADOR ARROYO
Corresponsal. Bruselas
Lunes, 13 de enero 2020, 00:05
El expresidente de Cataluña Carles Puigdemont y el exconsejero autonómico Toni Comin ocupan desde este lunes sus escaños como diputados del Parlamento Europeo. Los dos políticos independentistas, huidos en Bélgica desde hace dos años y medio, se han beneficiado de rebote de una sentencia ... de la justicia europea (el derecho al cargo desde la ratificación de los resultados electorales sin tener que seguir ningún trámite nacional) que en diciembre sopló a favor de Oriol Junqueras. Pero que no ha permitido a este disfrutar ni del acta ni de la inmunidad que lleva asociada por haber sido ya condenado con sentencia firme en el juicio del 'procés'.
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A las 17:08 horas, el presidente del legislativo comunitario, David Sassoli, confirmaba el nombramiento de los dos prófugos «como diputados de pleno derecho» con efecto retroactivo desde el 2 julio, lo que les permitirá percibir hasta 70.000 euros en salarios pendientes. Hacía lo mismo con el del secretario general de ERC. Pero, a continuación, le inhabilitaba por encontrarse en prisión, tal y como habían solicitado la Junta Electoral Central y el Tribunal Supremo. El cese de Junqueras es efectivo desde el día 3 de este mes.
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Los anuncios apenas ocuparon un par de minutos. Todo muy procedimental, sin opción a debate, mientras Puigdemont y Comin escuchaban desde los asientos 854 y 853, respectivamente. Estaban entre los no adscritos, a la espera de que pueda ser aceptada su incorporación a la cuarta familia política del hemiciclo, la de los Los Verdes/Alianza Libre Europea, de la que forma parte ERC. Aunque «estamos estudiando otras opciones», aseguraba más tarde el expresident .
David Sassoli no quería que la primera sesión del año de la Eurocámara, celebrada en Estrasburgo, fuese capitalizada por el conflicto catalán, así que truncó cualquier intento de discusión. En dos ocasiones llamó la atención al diputado de Vox Jorge Buxadé, que amagó con abrir el debate. Así, el asunto independentista catalán no se estiró más de lo estrictamente necesario.
De hecho, se esperaba un anuncio de Sassoli que no llegó a producirse. Y es que apenas unos minutos antes de que Puigdemont y Comin se sentaran en sus escaños, el presidente de la Eurocámara recibía formalmente la solicitud del Tribunal Supremo de suspenderles la inmunidad. El suplicatorio llegaba al despacho del italiano, pero no se mencionó en la sesión porque requiere un periodo de estudio previo. Su solo anuncio ya hubiera activado un procedimiento que no se espera quede resuelto hasta poco antes del verano.
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Así que el debate estuvo en una sucesión de ruedas de prensa de distinto signo. «España es una gran democracia», defendió la portavoz de los populares españoles, Dolors Montserrat. Ni media hora antes, desde la plataforma de Diálogo UE-Catalunya, Pernando Barrena había comparado a España con Turquía y calificaba de «alegría no completa» la llegada de Puigdemont y Comin al legislativo. «Se ha producido un abuso antidemocratico», sentenciaba.
Y Puigdemont incidía en que «España debe respetar nuestra inmunidad». Y volvía a lamentar la ausencia de Junqueras. Ya lo había hecho por la mañana, a su llegada a la sede del Parlamento Europeo. En su exterior se concentraron varias decenas de independentistas para recibirle. Dentro les esperaron convenientemente alineados su sucesor, Quim Torra, junto a otros integrantes del Govern, el presidente del parlamento catalán, Roger Torrent (el único representante de ERC), y la diputada en Madrid de JxCat Laura Borrás.
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«Estamos aquí para acreditar que el conflicto catalán es ya un asunto europeo», subrayó Puigdemont. Lo dijo antes de lanzar otro mensaje directo a los socialistas. Puesto que la suspensión de la inmunidad requerida por el Supremo necesitará de la validación de los miembros del Parlamento Europeo, se mostró convencido de que los eurodiputados socialistas «serán coherentes» con la postura expresada por su 'jefe de filas' (en alusión al presidente Pedro Sánchez) de «no seguir judicializando la política». Porque, puntualizó, «el suplicatorio es una consecuencia de la judicialización de la política».
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