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La temida soledad del político

La temida soledad del político

Aplausos y chanzas interrumpen a uno u otro líder, mientras se presenta la moción de censura con un Rajoy a la defensiva y un Sánchez tenso que evita salirse del guion pero que relaja a los diputados del hemiciclo

Doménico Chiappe

Jueves, 31 de mayo 2018, 13:04

La soledad de los pasillos del hemiciclo durante las sesiones, que deja escuchar el crujir de la madera del suelo cubierta por la alfombra, es lo temido por el líder. Esa soledad que conlleva al aislamiento. En un país de heterogéneos representantes políticos, con realidades ... regionales particulares, con un puñado de quinielas para alcanzar la mayoría parlamentaria y con cuatro partidos empatados técnicamente según las últimas encuestas, la soledad conduce a la derrota, a la desaparición. Las señorías del Congreso tienen un rol, aparte del voto dirigido por el partido: arropar al jefe. Cuando toca aplaudir a Rajoy, ya sea en sus inflexiones teatrales para la aclamación o al término de sus dos intervenciones, los diputados del PP se levantan sincronizados por la costumbre y el tiempo, sin exaltación, más bien con cierta pereza. Los aplausos sincopados pero laxos. Juega a favor la arquitectura del edificio, su buena acústica, su disposición semicircular que abarca la visión periférica del líder cuando voltea hacia los suyos. Fuera Rajoy y, en menor medida, Ábalos, en las dos primeras vueltas de la moción de censura.

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