Ander Azpiroz
Madrid
Domingo, 13 de octubre 2024, 00:19
El PSOE moderno, con sus idas y venidas ideológicas, cumple 50 años. Se cumple medio siglo del Congreso en Suresnes, la localidad a las afueras de París que encumbró a Felipe González como líder del partido gracias al apoyo del sindicalista Nicolás Redondo y apartó ... de la dirección de la formación a la vieja guardia en el exilio que lideraba Rodolfo Llopis, antiguo diputado durante la Segunda República y secretario general desde 1944.
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Entre el 11 y el 13 de octubre de 1974 se celebró un cónclave al que los socialistas llegaron como marxistas, republicanos, anti eclesiásticos, federalistas y partidarios del derecho de autodeterminación. Tras los tres días de debate salieron con un joven líder de 32 años, sevillano, abogado laboralista de profesión y partidario de una izquierda moderada y pragmática al estilo del canciller alemán Willy Brandt y del futuro presidente francés François Mitterrand, quienes respaldaron a González en su ascenso por su carisma y juventud. Y junto a él emergió como número dos del partido Alfonso Guerra, también sevillano y quien ejerció a partir de entonces un feroz control sobre el aparato del PSOE.
La potente federación del País Vasco -liderada por Redondo y Ramón Rubial-, y el bautizado como «grupo de los sevillanos» unieron fuerzas para dar un vuelco al PSOE, con González como cabeza visible. «Reflexioné sobre quién me parecía la persona más adecuada, la que podía sacar este partido adelante, que tenía unos conocimientos, una formación y un cierto carisma en el partido; y vi que esas condiciones las reunía Felipe González», reveló en 1984 Redondo en una entrevista a RTVE. El ex presidente socialista también reconoció que nunca pensó que fuese a salir de Suresnes como nuevo líder del partido. La dictadura, aún con Francisco Franco en vida y como jefe del Estado, consideró como buena idea el relevo interno de los socialistas para eliminar del tapete a la vieja guardia de exiliados y su rechazo al comunismo.
El verdadero cambio en la estrategia del PSOE sucedió no obstante en 1979. Tras perder las elecciones generales frente a Suárez y verse cuestionado a nivel interno, González presentó su dimisión. Un congreso diseñado a la medida por Guerra devolvió el bastón de mando al futuro presidente del Gobierno, que entre otras medidas eliminó el término «marxista» de las bases del partido y renunció a una tercera república.
La renovación del PSOE no solo supuso tensiones internas que Guerra se encargó de sofocar, por las buenas o por las malas. Los socialistas, que fueron legalizados como partido en 1977, no alcanzaron el poder tan pronto como esperaban. Aún logrando erigirse como líderes de la oposición a la UCD de Adolfo Suárez, debieron de esperar a las generales de octubre de 1982.
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Muchos capítulos se han sucedido a lo largo de los últimos 50 años para el PSOE y para España, en la que los socialistas han gobernado durante 27 años de los 47 desde la restauración de la democracia.
Durante los gobiernos de González se ratificó la adhesión a la OTAN que el PSOE había rechazado cuando se encontraba en la oposición y se logró la integración en 1986 en la Comunidad Económica Europea, a día de hoy convertida en la Unión Europea. Los primeros gobiernos socialistas también asumieron una reconversión industrial que afectó de lleno a Euskadi y a la federación socialista que había encumbrado a González en Suresnes. Redondo y el entonces presidente rompieron relaciones tras la huelga general convocada por los sindicatos en 1988 tras aprobarse en el Consejo de Ministros una reforma para abaratar el despido. Guerra, abiertamente enfrentado a González, dimitió como vicepresidente en 1991.
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Tras ganar las elecciones el Partido Popular de José María Aznar, el PSOE afrontó una nueva travesía por el desierto que culminó con la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero en marzo de 2004. El siguiente presidente socialista ha sido Pedro Sánchez, con quien González mantiene una reconocida enemistad. El PSOE de hoy ha recuperado el discurso federalista y dado un giro a la izquierda con respecto al que salió de Suresnes, si bien no discute la monarquía parlamentaria e intenta no enfrentarse a la Iglesia salvo en temas como el aborto, los derechos LGTBI o el desalojo de los monjes benedictinos de Cuelgamuros, el antiguo Valle de los Caídos que Franco ordenó construir como mausoleo.
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