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Tres meses después de que Yolanda Díaz dejase a un lado sus cargos de responsabilidad al frente de Sumar por los malos resultados cosechados el último ciclo electoral, el proyecto que la vicepresidenta segunda diseñó como plataforma para agrupar a toda la izquierda bajo un ... mismo paraguas sigue sin dar señales de vida. Desplazada por el resto de aliados que se agrupaban bajo la marca, como Izquierda Unida, Más País o Compromís, Movimiento Sumar –el nombre oficial con el que fue registrado el partido y que ahora usan sus dirigentes– se ha convertido en una formación más de una constelación que ha pospuesto a este otoño el rediseño del modelo para afrontar las próximas citas con las urnas. Pero ya no es la nave nodriza.
La salida de Díaz, que pese a todo mantiene la coordinación de los ministerios de Sumar y la presidencia del grupo parlamentario –es decir, el control de los verdaderos órganos de poder–, sacudió a algunos sectores del partido que decidieron en un primer momento mover ficha para pasar página lo antes posible. Lo primero fue armar una dirección colegiada e interina formada por Lara Hernández, Elizabeth Duval, Txema Guijarro y Rosa Martínez y convocar una mesa con las 15 formaciones que integraban la coalición al menos hasta el primer gran congreso de Sumar, celebrado el 23 de marzo y en el que Díaz fue ratificada como líder.
El objetivo era, decían, iniciar un «proceso de reflexión» lo antes posible sobre el futuro del espacio mirando en el horizonte a la asamblea que la formación magenta tiene prevista en otoño. Pero la realidad es que cada partido está midiendo el nuevo escenario de forma interna, calibrando sus posiciones en el supuesto de que haya un adelanto de las generales o de comicios territoriales.
El 2 de julio hubo un pequeño acercamiento que los responsables de partido magenta tildaron de «encuentro técnico» y que reunió a los secretarios de Organización de Movimiento Sumar, IU, Más Madrid, Catalunya en Comú y Verdes Equo. El ministro de Cultura y portavoz de la formación, Ernest Urtasun, enfrió las expectativas sobre esa mesa de partidos al avanzar que el debate para «la reconfiguración de la izquierda» no sería «un proceso rápido» .
La coalición atraviesa, además, otro momento complejo por el resurgimiento del debate sobre el modelo de financiación territorial, que abre rencillas en un grupo parlamentario con vocación plurinacional y en el que conviven distintas realidades enfrentadas; por ejemplo, Compromís o los comunes en lo que se refiere al impacto del pacto catalán o IU, que ha alertado contra «el fantasma del enfrentamiento entre comunidades por intereses meramente partidistas o territoriales».
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