Puigdemont a su llegada a Barcelona
Segunda huida de Puigdemont

Sombreros de paja como atrezo para el cierre del show

Los atestados revelan lo minucioso del plan de escapismo que habría llevado a Puigdemont sano y salvo de vuelta a Waterloo, según afirmó el propio fugado en su reaparición nocturna en las redes la noche del viernes

Sábado, 10 de agosto 2024, 07:15

«Hoy estoy en Waterloo después de unos días extremadamente difíciles». Con estas diez palabras en el antiguo Twitter a las 21:05 horas de este viernes, exactamente 36 horas después de desparecer del Arco del Triunfo, Carles Puigdemont escribió el último (por ahora) capítulo ... de su gran número de escapismo. Una enorme farsa en la que los Mossos tienen claro que el fugado y los suyos emplearon días y para la que posiblemente contaron con ayuda «profesional».

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Y como buen mago, Puigdemont se esmeró en su reaparición tuitera –supuestamente ya desde Bélgica– en mantener la intriga. «Es necesario analizar la situación política y poner en perspectiva la razón profunda de la operación que hizo posible lo que ocurrió aquí. Y lo haré. Pero son miles de kilómetros en muchos días y muchas jornadas de una tensión difícil de explicar y confío en que se entienda que necesite todavía unas horas para reponer y coger aire», escribió aumentando el suspense y prometiendo una nueva entrega.

Pero será difícil que sus futuras revelaciones eclipsen el teatrillo que permitió al fugado subirse al escenario para luego esfumarse por arte de magia en las mismísimas narices de 500 funcionarios de la policía catalana. Un engaño que incluyó, al menos, medio centenar de extras entre el público y un despliegue de atrezo para facilitar el ilusionismo.

Muro humano

Los atestados de los investigadores, a parte de los cuales ha tenido acceso este periódico, revelan lo elaborado de un plan que pivotó en un muro humano compuesto por no menos de 50 de simpatizantes 'pata negra', a los que con unos voluminosos sombreros de paja (que de nada servían a las 9 de la mañana) obstaculizaron por completo el campo de visión de los escasísimos agentes de paisano que se acercaron al escenario.

Su testimonio ha sido clave para arrojar algo de luz sobre este gran truco que ha humillado al cuerpo autonómico. Tan importante como los sombreros de payés fue el 'juego de las gorras azules'. A las 9:06 del jueves, cuando Puigdemont se refugió tras la carpas granates que había detrás del escenario, diversos testigos afirman que lo hizo con una gorra azul, si acaso la que tenía su abogado Gonzalo Boye, que cubría su calva con esa prenda, que luego desapareció para volver a llevarla más tarde. Sea como fuere, en un momento concreto las gorras azules se multiplicaron de forma sorpresiva en la zona.

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Lo mismo que los coches que supuestamente participaron en la farsa. Los agentes hablan de, al menos, otros dos vehículos además del Honda HR-V blanco en el que supuestamente huyó el expresidente. Y probablemente una moto más. El Honda es el coche en el que Puigdemont empezó la huida, aunque los agentes no descartan que hubiera otro coche similar en la zona.

En el asiento del copiloto había una silla de ruedas. Otro elemento más de este minucioso decorado cuyo uso no especifican los informes, aunque algunas fuentes conjeturan en que se pudo usar para llevar al huido disfrazado por las calles de Barcelona hasta comenzar a andar solo en las cercanías del Arco del Triunfo o para que el coche consiguiera entrar en zonas de tráfico restringido de la ciudad.

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Una mujer al volante

Una de las principales novedades sobre este gran ilusionismo que los informes revelan es la presencia de una mujer en el operativo de escape del huido. La fémina, según ha declarado un agente de paisano que estaba en las cercanías del escenario y a la que el funcionario vio con claridad, conducía justo el Honda.

Puigdemont se montó en la parte posterior de la conductora, tras ponerse la famosa gorra azul. El secretario general de Junts, Jordi Turrull, con otra gorra idéntica, abordó el coche por la otra puerta trasera. Uno de los informes señala que el agente identificó en ese momento «claramente al señor Jordi Turull».

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Este viernes, antes de la reaparición estelar del artista principal, varios de los ayudantes del mago (como Boye o Turull) fueron calentando al público con pequeños avances en redes sociales, garantizando que Puigdemont estaba sano y salvo. Esas pildoritas fueron despreciadas, no obstante, por el máximo responsable de los Mossos. «No me creo nada de lo que digan estos entornos. No descarto que esté en Barcelona», afirmó tajante Eduard Sallent antes de que Puigdemont volviera a levantar el telón cuando ya había caído la noche.

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