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Xabier Garmendia
Martes, 15 de agosto 2023, 17:54
La dirigente socialista María Chivite inició ayer su segundo mandato como presidenta de Navarra en un escenario de menguante minoría parlamentaria que refuerza aún más si cabe el rol protagonista de EH Bildu en la gobernabilidad de Navarra. La abstención de la coalición soberanista, al ... igual que en 2019, resultó clave para investir a la candidata del PSN con mayoría simple en segunda ronda. Pero en esta ocasión la izquierda abertzale ya le ha advertido de antemano de que su listón va a estar mucho más alto. «Vamos a segar», llegó a avisar de una forma muy elocuente su portavoz, Laura Aznal.
El esquema de la nueva legislatura en la comunidad foral es prácticamente el mismo que en la anterior. PSN (11 escaños), Geroa Bai (7) y Contigo Zurekin -la marca territorial de Unidas Podemos- (1) han acordado un nuevo tripartito en el que los socialistas ostentan ocho de las trece carteras; la alianza de PNV y Socialverdes, otras cuatro; y la coalición de izquierdas, una. Cada uno de los tres integrantes, además, ocupará una vicepresidencia, que han recaído en las manos de Félix Taberna (Presidencia), Ana Ollo (Relaciones Ciudadanas) y Begoña Alfaro (Vivienda), respectivamente.
Los socios del Gobierno navarro, en todo caso, apenas suman 21 de los 50 escaños del Parlamento, dos menos que en el mandato previo, ya que Geroa Bai cayó de 9 a 7 en las elecciones de mayo. Y enfrente, el bloque de la oposición (UPN, PP y Vox) alcanza la veintena de asientos y el margen para el acuerdo es nulo. Así que, entre medias, los nueve parlamentarios de EH Bildu (dos más que en la anterior legislatura) han pasado a ser todavía más decisivos. En los comicios del 28-M, la coalición soberanista vio recompensado su papel como garante de la estabilidad y logró convertirse en tercera fuerza política de Navarra por delante de Geroa Bai, su competidor en el espectro nacionalista.
Ahora la formación de Arnaldo Otegi busca un «cambio de fase» en Navarra. Si el primer mandato de Chivite se convirtió en un laboratorio de pruebas del PSOE para alcanzar acuerdos presupuestarios y en leyes clave con la izquierda abertzale antes de extender esa dinámica ya consolidada al Gobierno central y se vio circunstancialmente favorecido por la necesidad de cerrar pactos ante emergencias como la pandemia, esta segunda etapa promete ser más dura para la mandataria socialista. Chivite encara su segundo mandato siendo consciente de que deberá hacer un juego de equilibrios para contentar a sus socios nacionalistas en una comunidad que, a la vista de los resultados electorales, sigue siendo mayoritariamente constitucionalista. Tanto Geroa Bai desde dentro como EH Bildu desde fuera le reclaman pasos en materia de autogobierno y en un asunto siempre delicado en Navarra como es el euskera.
Chivite encara su segundo mandato siendo consciente de que deberá hacer un juego de equilibrios para contentar a sus socios nacionalistas en una comunidad que, a la vista de los resultados electorales, sigue siendo mayoritariamente constitucionalista. Tanto Geroa Bai desde dentro como EH Bildu desde fuera le reclaman pasos en materia territorial y en un asunto siempre delicado en Navarra como es el euskera. Por ahora, la líder del PSN ha prometido crear una ponencia parlamentaria para actualizar el Amejoramiento del Fuero –la norma que funciona como Estatuto de Autonomía– e impulsar un acuerdo «amplio» en torno a la lengua vasca.
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