El diplomático salvadoreño Francisco Galindo Vélez. Gobierno de Colombia

PSOE y Junts blindan con un diplomático salvadoreño su negociación secreta

Los partidos revelan la identidad del verificador pero no ofrecen más detalles sobre su polémica cita en Suiza

Sábado, 2 de diciembre 2023, 17:09

Vuelve el secretismo. El PSOE y Junts revelaron finalmente, como había prometido Pedro Sánchez el jueves, el nombre de la persona que actuará como verificador en las polémicas reuniones mensuales encabezadas por Carles Puigemont y el secretario de Organización socialista, Santos Cerdán, en Suiza, para « ... buscar una solución política y negociada al conflicto». Su nombre es Francisco Galindo Vélez y es un diplomático salvadoreño que ha ejercido como embajador en Colombia, París y ha trabajado para la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR. Ya este sábado estuvo presente en el primer encuentro celebrado entre ambos partidos tras la investidura en algún lugar de Ginebra o sus alrededores. Pero nada se sabe de por qué es el elegido. Y tampoco de qué es lo que se habló ante él.

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El ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, advirtió esta semana de que la intención de su partido es actuar exactamente igual que durante la negociación de la investidura en la que se acordó la contestada amnistía del 'procés': «Discreción durante las negociaciones –dijo– y transparencia cuando se produzca algún acuerdo». También el secretario general de Junts, Jordi Turull, argumentó en una entrevista en la 'Vilaweb' que es la propia organización mediadora, la que habría ofrecido los servicios de Galindo, la que «pide que se esté más cerca del secretismo que de la discreción». Algunos medios apuntan a que se trata de la Fundación Henri Dunant, que ya se implicó en el proceso de paz con ETA impulsado por José Luis Rodríguez Zapatero, aunque ninguna de las partes ha querido confirmarlo.   

En sendos comunicados idénticos, en castellano y catalán, el PSOE y Junts se limitaron a dar cuenta de que este sábado mismo se produjo un encuentro «para dar continuidad al acuerdo que propició la investidura» de Sánchez «firmado en Bruselas»; apuntaron que la cita se desarrolló en «un ambiente cordial y de trabajo» y que «se ha continuado avanzando» y agradecieron al diplomático centroamericano «su compromiso en poner a disposición de las partes su experiencia y voluntad de contribuir a alcanzar la solución política y negociada del conflicto».

Cerdán, que llegó a Ginebra en la noche del viernes acompañado de su adjunto en Ferraz, Juan Francisco Serrano, añadió al ser interceptado por los medios de comunicación en el aeropuerto, antes de tomar el vuelo de vuelta, que no habrá ya más encuentros en lo que queda de año. Eso significa que los socialistas han conseguido escamotear a Junts una de esas complicadas citas de las que se ha hecho pender la estabilidad de la legislatura y en la que los postconvergentes aspiran a lograr avances respecto a dos temas espinosos: la celebración de un referéndum y un concierto que permita a Cataluña recaudar el 100% de los tributos.

Con el argumento de que las agendas de unos y otros hacían imposible empezar las negociaciones dentro del mes de noviembre, como recogía el pacto de investidura, la primera de las reuniones comprometidas ha tenido ya lugar en diciembre. Y la próxima será, en principio, en enero.

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En la pasada legislatura, Sánchez consiguió espaciar mucho en el tiempo las reuniones de la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat sobre el «futuro político» de Cataluña, exigidas por ERC a cambio de su apoyo. En total, hubo solo tres. Pero, en este caso, driblar a los independentistas parece más complicado. Puigdemont prometió a los suyos un «compromiso histórico» y siempre ha ridiculizado a los republicanos por haberse contentado con migajas, a pesar de haber arrancado al PSOE concesiones tan sustanciosas y polémicas como los indultos a los líderes del 'procés' o la derogación de la sedición. Esta misma semana trascendió, publicada por 'Político', una conversación del expresidente de la Generalitat con el líder del PP Europeo, Manfred Weber, en la que se declaró dispuesto a sumar sus votos a los del partido de Feijóo para tumbar los Presupuestos en caso de que el jefe del Ejecutivo intente obviar sus demandas.

Incomodidad socialista

La situación es a todas luces incómoda para los socialistas. Al grueso del partido ya se le hizo muy dura la opaca negociación con las fuerzas secesionistas para la investidura. Fueron muchos días de presión e incertidumbre en el que cargos medios y militantes recibían preguntas, cuando no increpaciones, de ciudadanos sobre una ley de amnistía de la que tampoco ellos sabían realmente nada. Sánchez tuvo el gesto de reconocerles los pesares sufridos el mismo día de su reelección, desde la tribuna del Congreso,    y les prometió que todo quedaría recompensado una vez el Gobierno echara a andar y empezara a aprobar medidas a favor de la «mayoría social». «Recordad que todo eso lo habéis conseguido vosotros y vosotras», les arengó. Apenas han pasado quince días y han vuelto a la casilla de salida.

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La semana, que empezó con el núcleo duro del Ejecutivo satisfecho por haber recuperado su agenda, ha terminado con los principales ministros políticos del PSOE tratando de esquivar preguntas que sitúan el debate exactamente donde más le interesa a la oposición: en la difícil justificación de unas cesiones al independentismo que levantan ampollas y generan desconfianza no solo entre el electorado de las fuerzas de la oposición sino también en parte de la izquierda. «¿Por qué España tiene que negociar su futuro en el extranjero?», insiste día tras día el PP.

En Moncloa presumían el pasado fin de semana de que el viaje relámpago de Sánchez a Israel, Palestina y Egipto, el jueves y viernes anteriores, había reforzado su papel internacional y, pese al monumental enfado del Gobierno de Benjamin Netanyahu por su cuestionamiento al bombardeo indiscriminado en Gaza, conectaba con un sentimiento transversal entre los españoles independientemente de su ideología. Pero la imagen de Bolaños, de la vicepresidenta cuarta, María Jesús Montero, y del propio Cerdán abandonando a toda prisa el Hemiciclo este miércoles y tratando de sacudirse de encima a un enjambre de periodistas tras el acto de apertura solemne de las Cortes en el que el Rey instó a «honrar el legado» del 78 y dejar a los jóvenes una España «unida y cohesionada», resultó elocuente.

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