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Pedro Sánchez no había hablado aún tras conocerse el contenido del acuerdo alcanzado entre su partido, Junts y ERC para aprobar la ley de amnistía , pero lo hizo este viernes desde Santiago de Chile, en la última comparecencia del viaje de tres días en ... el que ha visitado también Brasilia y Sao Paulo. Y frente a quienes le acusan de haber cedido una vez más a las exigencias de los independentistas, esgrimió que su responsabilidad como presidente del Gobierno «no es polarizar sino llamar a la reconciliación» y que eso es lo que hace la norma que él mismo rechazaba hasta el pasado 23 de julio. El jefe del Ejecutivo pidió además «confianza» en que la iniciativa traerá beneficios al conjunto de la sociedad y lanzó un mensaje a la oposición: «Van a ser cuatro años más de Gobierno progresista, le pese a quien le pese».
Alcanzar ya un acuerdo para desencallar el texto que acabará con las causas judiciales y administrativas del ‘procés’, y que llevaba varado en el Congreso desde que el pasado 30 de enero Junts tiró del freno de mano en el pleno, se había convertido en las últimas semanas en una necesidad urgente para los socialistas. El varapalo electoral en las gallegas del 18 de febrero y el estallido del ‘caso Koldo’ - con el dañino añadido del desacato a la autoridad del presidente por parte de quien fue su secretario de Organización y ministro de Transportes, José Luis Ábalos- habían alimentado una sensación de Gobierno a la deriva que Sánchez aspira ahora a corregir, aunque sea con un asunto tan evidentemente polémica.
La decisión de volver a modificar la ley, en contra de lo que él mismo había planteado, para ofrecer a Carles Puigdemont el blindaje que exigía frente a las investigaciones judiciales de las que es objeto por terrorismo y traición al Estado, provocaron tanto el jueves como este viernes la crítica de los dos únicos barones socialistas no alineados con la dirección del partido, el aragonés Javier Lambán, ya de salida, y el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. «Hay muchas cosas de las que nos podemos sentir orgullosos en España, orgullosos de logros conseguidos, pero de lo que soy incapaz de sentirme orgulloso - dijo este último en alusión a las palabras pronunciadas la víspera por el ministro de Justicia, Félix Bolaños- es de un chantaje; se me hace enormemente difícil».
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El jefe del Ejecutivo, sin embargo, insistió en el argumento de que el pasado 23 de julio los españoles «dijeron que querían un gobierno progresista cuatro años más y no querían un gobierno de coalición reaccionaria» y que eso es lo que él les está ofreciendo. Ni Sánchez ni el propio Bolaños, que en una entrevista en Onda Cero llegó a reconocer que «hay una parte muy importante, mayoritaria, de la sociedad española que discrepa de la amnistía», negaron que su postura puede ser difícil de entender. Pero ambos alegaron que con el tiempo se comprobará que la amnistía ha sido positiva «como ocurrió con los indultos».
Apenas queda nada ya del reconocimiento realizado por Sánchez el pasado mes de octubre ante el comité federal de su partido, cuando admitió que si accedía a la amnistía, pese a haberla tildado de inconstitucional durante toda la legislatura pasada, era porque solo así podía lograr el indispensable apoyo de Junts para permanecer en el Ejecutivo. «Hacer de la necesidad virtud», lo llamó. Este viernes adujo que para poner fin a la crisis territorial que España lleva años arrastrando y poder dedicar las «energías» a otros «problemas reales» como los del mercado laboral, la reindustrialización o la sequía, era necesario dar este pasó. Y cargó contra el PP por no sentirse «interpelado» pese a haber sido «responsable», dijo, de la situación.
«Veremos lo que hemos visto siempre en España. Veremos cómo la derecha política española siempre falla a las grandes citas. Y esta es una gran cita por la reconciliación y la concordia entre españoles. Creo que no hay objetivo más noble», añadió tras ampararse una vez más en el dictamen preliminar que la Comisión de Venecia tiene previsto aprobar la semana próxima y en el que se apoya el Ejecutivo para justificar las últimas concesiones al expresident.
Ahora, el siguiente paso para afianzarse y transmitir que ha vuelto a tomar las riendas de la legislatura será la aprobación de los Presupuestos. Sánchez no adelantó cuándo podrían ser enviados al Congreso, aunque en la dirección del PSOE apuntan más bien a pasada la Semana Santa, pero lo que sí dio por sentado, pese a los avisos de los de Puigdemont de que no regalarán nada, es que saldrán adelante.
El portavoz de Junts, Josep Rius, vinculó claramente en La Sexta su apoyo a las Cuentas a la negociación de un concierto fiscal para Cataluña y la ejecución de las inversiones. «El objetivo del Gobierno es claro, queremos aprobar los Presupuestos en el año 2024 y queremos aprobar también los del año 2025 y aspiramos a aprobar los del año 2026. En definitiva, -reiteró el presidente- que hay gobierno para rato».
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