Si la referencia es las palabras de Pedro Sánchez, el Gobierno de coalición no ha vivido ninguna crisis por la reforma laboral. El jefe del Ejecutivo mantiene su optimismo sobre el futuro de la alianza y espera agotar la legislatura en 2023.
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Sánchez presumió este ... jueves de que su Gobierno «cumple sus compromisos», y con la reforma laboral ha contraído tres. El que adquirió él mismo en la investidura, el recogido en el pacto entre PSOE y Unidas Podemos, y el asumido con la Comisión Europea en el plan de recuperación, transformación y resiliencia presentado para acceder a los fondos Next Generation.
Por tanto, las diferencias que han aflorado entre las vicepresidentas Nadia Calviño y Yolanda Díaz son, a su entender, conciliables. La primera piedra de toque llegará el próximo martes en la reunión que mantendrán los tres con los ministros de Hacienda, Seguridad Social y Educación para fijar la posición del Gobierno en las negociaciones sobre la reforma laboral en la mesa de diálogo con los agentes sociales.
Sánchez había evitado en la última semana aludir a las diferencias en el Gobierno. Este jueves no pudo soslayarlo en la conferencia de prensa con el primer ministro de Portugal, Antonio Costa, tras la XXXII cumbre bilateral en Trujillo.
Los dos viven los momentos más tensos de sus mandatos por los choques con sus respectivos socios. Pero mientras el portugués esta abocado a unas elecciones generales tras el rechazo de sus aliados de la izquierda y la oposición de la derecha a sus Presupuestos, Sánchez no ve a corto ni medio plazo un escenario similar en España. «Espero que la legislatura va a durar hasta 2023», confió con una sonrisa de oreja a oreja.
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El presidente del Gobierno no dio un solo detalle de cómo va a solventar las diferencias con Unidas Podemos. Ambos socios viven una tregua después de unas difíciles conversaciones para acordar la metodología de la negociación. Pero el meollo, los contenidos de la reforma, sigue intacto.
El único apunte que dejó entrever es que tiene que haber consenso. No es un dato menor porque conciliar las posiciones de socialistas y morados no parece sencillo, y menos aún entre el Gobierno, sindicatos y patronal. El presidente no está dispuesto a que se repita la situación creada con el aumento del salario mínimo, pactado por el Ejecutivo con las centrales sindicales sin la conformidad de las organizaciones empresariales.
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La cumbre hispano-portuguesa, por lo demás, estuvo rodeada por el morbo del reencuentro del presidente y las dos vicepresidentas. La Moncloa modificó el protocolo para que los medios de comunicación no estuvieran en el saludo de las dos delegaciones. Después distribuyó un vídeo en el que se aprecia a las vicepresidentas de paseo juntas y un cariñoso saludo entre Sánchez y Díaz con carantoña en la mejilla del presidente. La vicepresidenta tercera también quiso enfriar los ánimos. «Pudo haber algún malentendido, pero está resuelto», señaló Teresa Ribera. Calviño, a su vez, dijo estar «sorprendida» de las lecturas que se hacen de que ella es la moderada y Díaz, la radical. «En lo sustancial -dijo- no hay discusión».
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