El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el Pleno del Congreso de los Diputados. Efe

Sánchez sale del Congreso hacia el 9-J a cara de perro con Feijóo y presionado por sus socios

El reconocimiento histórico de Palestina no le salva ni de la ofensiva del PP ni de las advertencias de Junts

Miércoles, 22 de mayo 2024, 20:17

El de este miércoles preelectoral era día grande de debate en el Congreso y el presidente del Gobierno, que comparecía para dar explicaciones sobre el último Consejo Europeo, la solución pendiente sobre el Gibraltar 'post-brexit' y, forzado por el PP, sobre las actividades profesionales de su mujer ... , abrió su intervención con una admonición y un anuncio. La primera fue para pedir a los diputados –en un mensaje que sonó inequívocamente dirigido a las bancadas de la derecha– que practicaran «el juego limpio» en el pleno disputando el balón y sin dar leña al adversario. El segundo fue para concretar el hito histórico por el que España dará el paso de reconocer a Palestina como Estado en el Consejo de Ministros del próximo martes, día 28. Pero al rato ya se hizo evidente que Sánchez iba a emplear la sesión para amplificar su denuncia de «la máquina del fango» de la que culpa por igual al PP y Vox a modo de prolegómeno de la campaña de las europeas que echa a volar esta medianoche; y que su significativo movimiento en el tablero internacional no iba a acallar ni la ofensiva de Alberto Núñez Feijóo contra un Ejecutivo que cree gripado ni las reservas que, con mayor o menor severidad, le traslaron sus socios sobre su acción política.

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LAS FRASES DEL PLENO

Pedro Sánchez

  • «El objetivo de la máquina del fango de Feijóo y Abascal consiste en quebrarme. Pero ya les digo que van listos».

Alberto Núñez Feijóo

  • «La sociedad está harta de este Gobierno egoísta, radical y pendenciero. Señor Sánchez, deje la estrategia peliculera.

Santiago Abascal

  • «Lo que llama internacional ultraderechista gobierna en Italia y Argentina y va a hacerlo en EE UU y Francia. Está metiendo a nuestra patria en un problema.

Gabriel Rufián

  • «Las izquierdas deben militar en la utilidad. Primero llenar la nevera y luego, filosofar».

El pleno de este jueves, áspero por el cariz de las intervenciones pero también con síntomas de que la bronca comienza a estar extenuada de sí misma, llegaba delimitado por dos flancos. Por una parte, de dónde venía el presidente para someterse a la fiscalización del Congreso: de un excepcional retiro de cinco días para acabar resolviendo que continuará en la Moncloa a fin de combatir «el lodo», en el que enmarca las diligencias abiertas en torno a su esposa por presunto tráfico de influencias y «la violencia política» que, subrayó, hostiga a los socialistas; del oxígeno ganado por la rotunda victoria de Salvador Illa el 12-M que puede agotarse –bastó con escuchar a la siempre retadora potavoz de Junts, Míriam Nogueras– si la gobernabilidad catalana y española encallan; y, lo último, de un choque sin parangón con la Argentina de Javier Milei, cuya presencia estelar en la convención anual de Vox sirvió ayer al presidente para galvanizar su cruzada contra el extremismo de derechas. De otra parte, la sesión llevaba impreso el sello indeleble de la campaña para las europeas que empieza este jueves. Una segunda vuelta de las generales del 23-J con Sánchez erigiendo a su Gobierno como «el modelo de éxito a derrotar por la internacional ultraderechista» y Feijóo planteando la cita con la UE como un plebiscito nacional contra un Ejecutivo «egoísta, radical y con tono pendenciero».

Seis horas y media de debate

Desplegado el terreno de juego y constatado que la apelación del presidente a la cortesía era una mera floritura retórica, cada actor empleó las seis horas y media de un desordenado debate 'ómnibus' para intentar preservar, con mayor o menor pericia, su propio espacio, comprometido por la cadena de citas con las urnas de este 2024. Sánchez y Feijóo tironearon su duelo en torno a quién enfanga más –«Es usted la máquina del bulo», se revolvió en la réplica el líder del PP– y en dos ámbitos destinados a no confluir: mientras uno se abonaba al terreno internacional que le es tan querido, aferrado al reconocimiento de Palestina por «la paz, la justicia y la coherencia» que sitúa a los españoles –enfatizó– en el flanco correcto de la Historia, el otro elevó el listón de la presión doméstica al confirmar que, tras semanas amagando, sentará al jefe del Gobierno en el Senado por las relaciones laborales de Begoña Gómez.

Pero si Sánchez y Feijóo enfilaron el pleno desafiándose en los colegios electorales el 9 de junio, la sesión evidenció pulsos paralelos no menores. Uno, entre el líder del PP decidido a aglutinar «el único voto útil» contra el Gobierno y un Santiago Abascal que se jactó de que eso que desprecian como «la internacional ultraderechista» gobierna ya Italia y Argentina y se dispone a hacerlo en EE UU y Francia. Y otro, de sus socios con un Sánchez cuya 'espantada' llevó al portavoz del PNV, Aitor Esteban, a afearle que la política «se sufre en silencio como las hemorroides» y al que todos –en especial los ubicados a su izquierda»– exigieron que haga lo que prometió para «regenerar la democracia».

El aludido, que el martes perdió la ley sobre la prostitución y este jueves depende del PP para sacar adelante la del suelo tras los desmarques del Sumar de la vicepresidenta Díaz, les dio largas hasta después del 9-J. «No intente tentar a la suerte, con nosotros no le va a funcionar», le avisó Nogueras, quien no llevó más lejos su amenaza pero que recordó que Junts es la espada de Damocles que pende sobre un Sánchez «que transmite debilidad».

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