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Pedro Sánchez tiene fama de ser un hombre frío, de los que no exteriorizan sus sentimientos, pero este viernes se emocionó al recordar el tormentoso comité federal del PSOE del 1 de octubre de 2016 que culminó con su defenestración como secretario general del partido ... entre lágrimas e insultos.
Evocó aquella esperpéntica jornada durante la reunión de la comisión ejecutiva federal convocada para que el líder socialista se despidiera de los que han sido sus compañeros de dirección en los últimos cuatro años. «Ha sido una reunión con una fuerte carga emotiva», reconoció después la presidenta del PSOE, Cristina Narbona.
Tras su salida de la secretaría general, Sánchez se embarcó en una cruzada para recuperar el control del partido, objetivo que logró en las primarias celebradas en mayo de 2017 y en las que barrió a Susana Díaz, la candidata del 'establishment' socialista, pero no de la militancia, que dio un apoyo masivo al líder derribado por su empeño en rechazar la investidura de Mariano Rajoy. Su «no es no» forma parte de la historia del PSOE.
Tras hacer un recorrido por los intensos episodios vividos desde entonces -«recordad que venimos de la 'pasokización' del PSOE que nos auguraban, al Gobierno de España»-. Se refería a la desaparición del partido socialista griego, un riesgo que sobrevoló por el PSOE ante la aparición de Podemos. Tras su intervención, la única, Sánchez abrazó uno por uno a todos los compañeros de su mastodóntica comisión ejecutiva, está compuesta por 46 secretarios. Según fuentes de los asistentes, agradeció a todos su trabajo en estos cuatro años.
El líder del PSOE se despedía porque muchos, nadie sabe quiénes, no seguirán en la dirección tras el 40 congreso federal del partido que se celebrará del 15 a 17 de octubre en Valencia. La próxima comisión ejecutiva será más reducida, más joven y con más mujeres, de acuerdo a los criterios que manejan en los aledaños de Sánchez.
Solo se da por descontada la continuidad de Adriana Lastra como vicesecretaria general después de haber renunciado a la portavocía socialista en el Congreso. También se considera seguro que Santos Cerdán seguirá como secretario de Organización tras la abrupta dimisión de José Luis Ábalos. Por estatutos internos, tendrán una silla los portavoces en el Congreso, Héctor Gómez, y en el Senado, Eva Granados.
A partir de ahí, las cábalas. Ni siquiera tiene garantizado el puesto la presidenta del partido, aunque se daba por hecho. Narbona, por si acaso, se declaró este viernes «muy honrada de haber ejercido esa responsabilidad estos cuatro años» y se despidió de los medios de comunicación. Por el contrario, el ascenso del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, parece cantado.
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La sensación entre los dirigentes del PSOE es que Sánchez va a acometer una renovación en la dirección similar a la profunda remodelación de su Gobierno el pasado 10 de julio. En esa crisis salieron del Consejo Ministros pesos tan pesados como la vicepresidenta Carmen Calvo o el ministro Ábalos.
El líder socialista no ha dado ninguna pista sobre cuáles son sus planes y la incertidumbre entre los miembros de la ejecutiva es absoluta, aunque algunos, sobre todo los más veteranos, ya saben que su destino tras el congreso de Valencia es la puerta de salida. Un cónclave pensado, en palabras de Narbona, para «poner las pilas» al partido ante el horizonte electoral que se avecina.
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