Feijóo acusa a Sánchez de avalar «a sabiendas» el error del 'solo es sí' en un bronco debate

Feijóo, como había hecho por la mañana la portavoz parlamentaria del PP, Cuca Gamarra, puso el dedo en la llaga con el goteo de rebajas de penas a delincuentes sexuales –cerca de 340, con una veintena de excarcelaciones– y la «alarma social que se está generando». Acusó a Sánchez de «no dar marcha atrás por decencia, sino por miedo a las encuestas» y de ser el primer presidente que ha dado «un paso atrás» en la lucha del feminismo. Y todo, insistió, para mantener a buen recaudo la coalición con Podemos.

El líder de los populares se aferró a las palabras de la exvicepresidenta Carmen Calvo, quien admitió el lunes en la cadena Ser que «desde el primer instante sabían lo que iba a pasar» con respecto a la rebaja de penas a los agresores sexuales. «¿Qué tiene que decirle a las mujeres que se han visto revictimizadas por su decisión? ¿Va a seguir permitiendo que su gobierno insulte a los jueces? Y lo más importante, ¿cuándo va a disculparse?», lanzó Feijóo a Sánchez, al que le afeó no haber pensado en las mujeres «ni cuando aprobó la ley ni cuando ha decidido corregirla».

El dirigente gallego volvió a ofrecer los votos del PP para deshacer este entuerto y sacar adelante la propuesta de Justicia, algo sobre lo que el jefe del Ejecutivo no le respondió, aunque sí habló de lo ocurrido con la ley, unos efectos «no deseados», dijo, por lo que se cambiará. «Se trata de una cuestión técnica que no refleja la voluntad ni del Ejecutivo ni tampoco de los ocho grupos parlamentarios que aprobamos esta ley en las Cortes. Esos efectos indeseados –aseguró el presidente– los vamos a corregir». Un aviso claro a sus socios de que el PSOE enmendará la norma con o sin ellos. «Es una buena ley. Hay que actuar con precisión y rigor jurídico. Este tema lo vamos a solucionar», defienden en Moncloa.

Tras surfear el debate sobre la ley del 'sólo sí es sí' Sánchez puso a Feijóo y al PP en el foco por los casos de corrupción que han sacudido al partido, sus alianzas con Vox, su incapacidad para renovar el Consejo General del Poder Judicial, y lo mal gestor que fue Feijóo al frente de la Xunta. Antes, durante casi una hora, el jefe del Ejecutivo desgranó la gestión hecha y avanzó los pilares de su gestión futura, si gana las elecciones. Anunció la subida del salario mínimo del 8% hasta los 1080 euros, además de subrayar que la intervención del mercado energético o las medidas fiscales para sobreponerse a la «espiral inflacionista» están dando resultado. «Son profetas del desastre y del apocalipsis», se burló Sánchez sobre los negros pronósticos económicos lanzados desde Génova.

El presidente del Gobierno dijo estar convencido de que hay «un plan para debilitar, cuando no recortar, el estado del bienestar». Un plan que está «diseñado –señaló el líder socialista– por las élites económicas y que ha ejecutado la derecha política en sus territorios». Deterioro en sanidad, en educación y en asistencia a la dependencia, con el único objetivo, denunció, de que «los servicios públicos se deterioren y tengan que pasarse al sector privado».

Una retahíla de reproches que no gustaron al jefe de la oposición que aprovechó su turno para acusar a Sánchez de haber hecho «la más grave crítica al estado de bienestar de nuestro país», de «deslegitimar» a las comunidades y de haber faltado el respeto a sus presidentes autonómicos. «¿Para qué está el Ministerio de Sanidad además de presentarse para la alcaldía de Las Palmas y no contratar médicos? ¿Cómo dice, frente a la ministra de Educación, que los colegios están descuidados? Ni siquiera cumplen lo que les toca de la Ley de Dependencia, un poco de respeto por la España real», le espetó desde la tribuna.

Feijóo aprovechó el debate en la Cámara alta parar ofrecer nuevamente los votos del PP para activar un pacto de rentas o afrontar «en equipo» el semestre de presidencia española de la Unión Europea. También para recordarle a Sánchez que el partido conservador estará a favor de lo que haga el Gobierno respecto a Ucrania siempre y cuando les informe a la oposición y acuda al Congreso a dar los detalles. «Pura palabrería» respondió el presidente, desechando así cada una de las propuestas.