Robles cruza la línea de ser la primera ministra del PSOE en acusar de «genocidio» a Israel

El viernes los deteriorados lazos diplomáticos con Tel Aviv se resintieron aun más después de que la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, deseara un Estado palestino en libertad «desde el río hasta el mar»; una antigua proclama, la de un nuevo país árabe extendido del Jordán al Mediterráneo, capitalizada por Hamás y cuya utilización llevó primero a Israel a acusar a Díaz de «antisemita» y a ésta a negarlo precisando sus palabras. Pero, y con todo, ha sido en las últimas horas la titular de Defensa, Margarita Robles, quien ha cruzado un sensible Rubicón al erigirse en la primera socialista en el Consejo de Ministros que atribuye a Israel la comisión de «un auténtico genocidio» en Gaza. Hasta ahora, ese término, que implica el exterminio de un grupo humano por motivos de etnia, religión, política o nacionalidad y que los organismos internacionales se cuidan muy mucho de emplear por todo lo que comporta, había quedado reservado a la propia Díaz, el resto de los representantes de Sumar y, previamente, a Unidas Podemos cuando formaba parte del gabinete de Sánchez.

No se había adentrado en esa espinosa denominación ningún ministro del PSOE. Hasta que este sábado lo hizo Robles y con un marco tan institucional de fondo como el Día de las Fuerzas Armadas, presidido por los Reyes en Asturias. La titular del Ministerio de Defensa deslizó en una breve entrevista con TVE su calificativo sobre la implacable represión ejercida por el Ejército Israelí en Gaza -que se ha cobrado más de 30.000 víctimas mortales, una parte sustancial de ellas niños- tras la, a su vez, brutal ofensiva de Hamás el 7 de octubre.

Robles, recibida con algunos pitos, citó «la guerra tremenda en Ucrania», el «auténtico genocidio» en la Franja y conflictos olvidados como el de Sudán para constatar que «el mundo vive una situación muy difícil» y reivindicar a España, que mantiene una relevante misión en Líbano, como un «aliado responsable, serio y fiable» en el concierto internacional siempre con «la prioridad» de la paz como «el bien más preciado». Y se afanó, en línea con la posición oficial del presidente, en asegurar que el reconocimiento de Palestina como Estado «no va contra nadie», «ni contra el Estado de Israel ni contra los israelitas» a los que trasladó su «respeto». Pero sí incidió en que debe cesar la violencia que asuela Gaza y la que lleva más de dos años «masacrando Ucrania» a raíz de la invasión de la Rusia de Vladímir Putin, al tiempo que se decía confiada, pese a la gravedad de su imputación, en que las tensiones con Tel Aviv no perjudicarán a la cooperación en materia de seguridad e inteligencia.

Casi en paralelo al momento en que Robles se pronunciaba, en el mitin que protagonizaba en Sevilla en la carrera hacia el 9-J, Sánchez eludió los efectos diplomáticos que su decisión sobre el estatus palestino ha generado hacia dentro -el PP comparte la solución de los dos estados pero no en este contexto bélico- y hacia fuera, para reivindicar, como hizo en el Congreso, que este paso enorgullecerá a los españoles cuando el tiempo acredite que el Gobierno los situó en el lado correcto de la historia.

En octubre, Sánchez salió en defensa de Unidas Podemos -todavía se sentaban en su Gobierno Ione Belarra e Irene Montero- después de que la Embajada israelí emitiera una nota sin precedentes en la que acusaba a «ciertos elementos» del Ejecutivo español de «alinearse» con un terrorismo «tipo ISIS». Fue el inicio de una escalada de fricciones que se agudizó en el curso del viaje del presidente a Jerusalén y Cisjordania, en el que se mostró severo en su encuentro con Netanyahu.