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Son las cuatro de la tarde en Madrid. Podría ser tarde taurina porque estamos en fechas próximas a San Isidro, pero la 'faena' que se espera aquí es de otra índole. En un escenario acostumbrado a grandes conciertos se celebra el III Congreso Nacional de ... la Sociedad Civil, una organización surgida como reacción al proceso independentista catalán para defender la unidad de España. Este año su lema es «Regenerar España». Y esta es la ocasión elegida por Rodrigo Rato para, menos de una semana después de acabar por completo su condena penal, recuperar su presencia pública.
Expresidente de Bankia y exvicepresidente del Gobierno y ministro de Economía con José María Aznar, ha hecho su 'rentrée' hablando de la confrontación Estados Unidos y China y sus consecuencias para Europa. Hay expectación y más aún porque al otro lado de la mesa está Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que fue gobernador del Banco de España cuando Rato presidía Bankia. De los cruces de acusaciones de aquella época al silencio ahora. Apenas se han dirigido unas palabras de cortesía y prácticamente ninguna mirada durante la mesa redonda. Al final, cada uno se ha ido por su lado.
Rato viste traje oscuro, camisa blanca sin corbata pero con gemelos, y calcetines oscuros con rayas beis tipo ejecutivo. Un cuaderno rojo en el que toma algunas notas le sirve de barrera donde refugiarse, aunque hoy no había toro que lidiar ni el público ha sido combativo. No ha perdido el dominio del escenario. Aparenta tranquilidad y seguridad, parece que fuera ayer cuando daba ruedas de prensa desde el Ministerio de Economía o desde la sede de Bankia. O que no hubiera pasado por prisión. Pero los años y la cárcel dejan huella. No en su voz, que sigue siendo la misma de siempre –segura, firme-, pero sí en las ojeras, en los ojos hundidos, en la delgadez y palidez de la cara. Muy serio antes de empezar, con mirada casi vigilante sobre los asistentes. A medida que avanza el debate gana confianza y esboza alguna sonrisa.
«Los que hemos lidiado en temas de Gobierno», dice en un momento de su exposición. Ni en el programa ni cuando le presenta Miguel Sebastián, moderador de la mesa y que fue ministro de Industria con Rodríguez Zapatero, se menciona su paso por Bankia, la entidad que tuvo que ser rescatada por el Estado con más de 24.424 millones de dinero público que nunca se recuperarán por completo.
Medio centenar de asistentes escuchan sus palabras. Periodistas, pocos. ¿Ya no tiene gancho Rato? Su intervención -y la de todos los ponentes- recibe aplausos educados. Cuando acaba, algunos se acercan a saludarle. Se le ve aliviado, ha acabado la faena sin contratiempos. Por eso, no duda a afirmar: «Si me invitan a otros actos y me interesa el tema, iré». Es su primera comparecencia pública tras purgar condena y el mensaje que quería dar ha quedado claro: he vuelto. Hace menos de una semana Rodrigo Rato terminó de cumplir su condena de cuatro años y medio por apropiación indebida con las tarjetas 'black' de Bankia. Fue condenado en febrero de 2017 e ingresó en prisión el 25 de octubre de 2018, aunque desde octubre de 2020 estaba en su domicilio con control telemático. El juez valoró su buen comportamiento en la cárcel y el perdón que pidió antes de entrar en prisión. Ante los muros de Soto del Real mostró cierto arrepentimiento: «Quiero decir que acepto mis obligaciones con la sociedad, que asumo los errores que haya podido cometer. Pido perdón a la sociedad y a aquellas personas que se hayan podido sentir decepcionadas o afectadas».
Rato y otros 64 directivos y consejeros de Caja Madrid/Bankia gastaron 12,5 millones de euros entre 2003 y 2012 con tarjetas de crédito opacas al fisco y cuyos gastos se cargaban a la entidad. Esas compras incluían gastos personales, desde ropa, perfumes, bebidas alcohólicas, joyas, retiradas de efectivo, restaurantes de lujo…. Rato hizo más de medio millar de comprar por más de 99.000 euros. La sentencia dejó claro que se trataba de un «sistema pervertido desde su origen».
Desde la cárcel acudió a otro juicio, el de la salida a Bolsa de Bankia, donde estaba acusado junto con otros 33 directivos de los delitos de estafa a los inversores y falsedad contable. Bankia presentó beneficios al salir a Bolsa pero luego sus cuentas de 2011 fueron reformuladas ya con José Ignacio Goirigolzarri como presidente y las ganancias se convirtieron en pérdidas. Al final, Bankia tuvo que ser rescatada. No obstante, la Audiencia Nacional absolvió a los acusados ya que dio por válida la defensa de que la salida a Bolsa había contado con la aprobación de los supervisores (Banco de España, Comisión Nacional del Mercado de Valores, FROB y EBA).
Precisamente este jueves Rato compartía mesa redonda con uno de sus supervisores de entonces, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Hace calor en la sala, pero el ambiente no se caldea. Fernández Ordóñez es el único que lleva corbata. Traje oscuro de raya diplomática, camisa blanca con rayas azul claro, corbata azul y blanca. Durante el juicio y ante el juez Fernando Andreu, Fernández Ordóñez dijo que no tenía suficiente confianza en Rato para dirigir la entidad dada su falta de experiencia bancaria y que pretendía que Rato perdiese poderes ejecutivos en Bankia. Esos recuerdos probablemente estarían en la mente de ambos pero esta vez ni de China discutieron.
Finalmente fue el entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, que a su vez había sido segundo de Rato, el que provocó su salida de Bankia y promovió a Goirigolzarri como presidente. Y es que la política y la economía pueden dar lugar a auténticos culebrones.
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