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Con un despliegue que incluyó tanquetas y otras armas de guerra, 11.000 efectivos policiales y militares entraron en una cárcel venezolana que estaba bajo control de una banda de presos que había dominado la vida penitenciaria hacía más de una década y desde allí, protegida de sus enemigos como si estuviera en un fortín, había extendido sus operaciones por el resto del país y del continente. Al grupo se le conoce como el Tren de Aragua y se le compara con el mexicano Cartel de Sinaloa o con el brazo irredento de las colombianas FLN. Se dedica a extorsionar, traficar con drogas y personas en las fronteras, asesinar por encargo y secuestrar desde Chile hasta Estados Unidos, donde el congreso dirime si incluirlo en el listado de organizaciones terroristas.
Sus líderes y un millar de sus miembros desaparecieron de la cárcel varios días antes de la incursión militar ordenada por Nicolás Maduro, en septiembre pasado, a través de largos túneles con sus objetos de lujo, ametralladoras y pistolas, dinero en efectivo y otras propiedades. El Observatorio Venezolano de Prisiones, una ONG que vigila los derechos humanos, aseguró que la entrega de la prisión, conocida como Cárcel de Tocorón, había sido negociada para evitar un enfrentamiento de incalculables bajas. De los criminales no había ni rastro. Entre los que escaparon estaba el temido Héctor 'Niño' Guerrero, el máximo líder.
¿Dónde está la guarida del fugado? Se desconoce. Pero uno de sus hermanos fue detenido en España y encendió las alarmas nacionales. Tenía una «notificación roja de Interpol», a petición del gobierno venezolano. No opuso resistencia, indica un inspector de la Comisaría General de Información, que se ocupó del asunto debido a que al Tren de Aragua se le considera «un tipo de crimen organizado que permea las instituciones en aquellos países donde se establece. No es simplemente que busque beneficios, sino que puede llegar a comprometer la seguridad del Estado». El detenido es el hermano menor del Niño Guerrero, aunque no se trata de Jason, como trascendió en marzo y ahora desmiente la policía, que pide resguardar su identidad hasta que se resuelva si se le extradita.
Vivía en Barcelona desde hacía un par de años, trabajaba como repartidor, usaba su documentación real. «No estaba oculto, hacía vida normal. No se sabía solicitado, ni que en su país habían emitido una notificación roja», señala el inspector. Algunas de estas alertas son públicas pero la mayoría es «únicamente para uso policial y, por tanto, no pueden consultarse», indica Interpol. «No queda claro bajo qué argumentos lo detuvieron», sostiene Ronna Rísquez, autora del libro 'El Tren de Aragua. La banda que revolucionó el crimen organizado en América Latina', publicado en 2023 después de una larga investigación. «No aparecía ningún miembro de su familia con un rol jerárquico. Son varios hermanos y ninguno estaba en la estructura. El detenido había estudiado bachillerato y no se involucraba en actividades delictivas. Hay que ver ahora cuál era su vinculación y qué hacía en España». A la espera de que un juez decida sobre su extradición, el hermano del temido capo está en prisión.
Desde entonces la Policía Nacional investiga si el Tren de Aragua ha intentado extender sus tentáculos a Europa. «Estamos en alerta desde hace más de seis meses», ratifica el inspector de la Policía Nacional, expertos en desmantelar estructuras incipientes de las Maras salvadoreñas y de cárteles de narcotráfico. «Sabemos de su ferocidad. Como no se exhiben y tienen un perfil más bajo, podría costar más que otras bandas. Pero no podemos acreditar que tengan una organización mínima». Tampoco han detectado que otros miembros del Tren de Aragua estén en España. «Estaríamos encima de ellos».
En Venezuela, el 'reino' desmantelado del Niño Guerrero tenía zoológico, piscina, discoteca, parque infantil, restaurantes, casa de apuestas y un estadio de césped artificial. Se construyó para menos de 800 presos pero lo habitaba siete veces más gente, familias incluidas. La mafia cobraba por cualquier movimiento, incluso el uso de los baños. Se calcula que podían embolsarse unas sumas superiores a los 50 millones de euros al año, sólo por la seguridad dentro del recinto.
Desde esa ciudad amurallada, de la que entraba y salía cuando quería, Guerrero controlaba sus negocios con un arsenal que incluía granadas, explosivo C4 y cohetes. Con la migración forzosa de seis millones de venezolanos, la mafia se esforzó por dominar los pasos por fronteras, selvas y montañas como chacales. «Su movimiento está asociado con el punto más álgido de la emergencia humanitaria de Venezuela», explica Rísquez. «No había comida, medicinas ni dinero. No había a quién secuestrar o extorsionar».
Cualquiera percibe la peligrosidad de una banda criminal cuando hace ruido. «La violencia que llega al ciudadano es la más visible, por ejemplo, los tiroteos», asegura el inspector de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional. «Sin embargo, detrás de eso hay estructuras muy sofisticadas diseñadas no sólo para extorsionar y servirse del crimen a corto plazo. Los países de Suramérica donde se han extendido nos advierten: 'estéis pendientes para que no os pase lo de aquí'». Al detectar en Barcelona al hermano del líder del Tren de Aragua, la megabanda criminal venezolana, la primera sospecha fue que su misión era el blanqueo. «Investigamos sus vínculos y no hemos visto nada que indique que estaba aquí para eso».
Otro filón llegó con el boom de la extracción de oro en el sur, hasta donde fueron para imponer una 'vacuna' a los mineros. Ese territorio de nadie cerca de la frontera brasileña es la guarida más probable de Guerrero, según varias fuentes. La detención de su hermano menor, al que el jefe del Tren de Aragua mantuvo al margen de sus delitos pero al que quizás ayudaba con dinero, podría ser un «mecanismo de presión» del gobierno contra el forajido, según un analista que pide anonimato. Una pieza del ajedrez de poder entre criminales dentro y fuera del aparato estatal.
Entre 2008 y 2014 el Tren de Aragua se convirtió en una «megabanda». «Apareció en los grandes proyectos de construcción de ferrocarriles que acometió el gobierno venezolano en 2005», explica Jorge Benezra, periodista venezolano especializado en crimen organizado. «Alrededor de las obras del Tren Regional del Centro surgieron mafias, que se hacían llamar sindicatos de la construcción. Cobraban bajo la amenaza del sabotaje. De ahí les vino el nombre: esos son los tipos del tren, decía la gente, del tren de Aragua. Tienen una ferocidad sanguinaria. Como contexto, aquel fue un periodo muy violento, con un crecimiento de todos los delitos. Por ejemplo, los homicidios pasaron de los 5.000 a los 26.000 anuales». Siete años después el proyecto fue abandonado. «Sólo era una excusa para el saqueo», afirma Benezra.
Una vez que Guerrero se impuso en la cárcel de Tocorón, continuó con la expansión de su banda. «Se internacionalizó con la crisis del caminante, entre 2016 y 2018, con los seis millones de migrantes venezolanos», prosigue Benezra. «Se enquistaron en otros países y generan temor. En Chile se quedaron con las plazas de bandas más pequeñas; en Ecuador, en vez de enfrentarse, se convirtieron en sus sicarios; a Estados Unidos llegaron a través de la ruta del Darién (selva panameña). Donde van, sube la inseguridad. Son sanguinarios y saben captar gente».
La detención del hermano del Niño Guerrero podría ser un segundo paso para frenar el poder del 'pran' (vocablo de origen incierto con el que se autodenomina un líder de la cárcel), en la estrategia de Maduro. «Coincide con la desarticulación de los 'pranatos' hace menos de un año en cárceles como Tocorón», mantiene Benezra. «El hermano del jefe de la organización podría servir para lavar dinero con el ladrillo».
En enero el FBI reconoció que el Tren de Aragua operaba en Estados Unidos, al encontrar a sus miembros en unas 70 causas por tráfico de personas, explotación sexual, extorsión, agresión sexual, secuestro y homicidio. ¿Sucede lo mismo en España? ¿Los últimos delitos de este tenor son ejecutados por personas que podrían haber sido parte de esta organización? «No, nada acredita que estén aquí», tranquiliza el inspector. Por su parte, Rísquez tampoco cree probable una expansión europea: «No es fácil llegar y tiene competidores fuertes en las bandas del este».
España, no obstante, podría estar en el puto de mira de la mafia venezolana. «Puede haber más de 50 en España, porque ya son varios años de internacionalización de la banda», calcula Salvador Pimentel, presidente del Observatorio Venezolano Económico contra la Legitimación de Capitales, con sede en Madrid. «Los que tienen pasaporte, vienen huyendo del peligro y buscan estabilidad, y sobre todo vivir». ¿Es ése el caso del hermano del Niño Guerrero? «Creo que los familiares que se benefician del crimen también son delincuentes. En Venezuela está tipificado como 'aprovechamiento de cosas provenientes del delito' en el Código Penal». Esa ley podría ser la razón de la detención del menor de los Guerrero. El juez decidirá su suerte.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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