Sin rastro de conciliación en el Congreso de los Diputados

Es cierto que el hecho de juntar en una misma jornada tres temas de tal relevancia responde a una estrategia política de Pedro Sánchez para noquear a la oposición y no brindarle más horas de las necesarias en la Cámara Baja donde cargar contra el Ejecutivo. Se trata también de temas espinosos, por lo que el Gobierno ha optado por diluirlo todo en un mismo pleno. Pero más allá de la intencionalidad política, la realidad es que no se trata de la primera vez que el hemiciclo alberga citas parlamentarias en la actual legislaturas con horarios que hacen imposible la citada conciliación.

El último debate del estado sobre la nación celebrado el pasado mes de julio, que llevaba sin llevarse a cabo desde 2015, también se orquestó como un macropleno y se extendió hasta la medianoche de los días 12, 13 y 14 de julio. Moncloa quiso entonces que dicha cita también sirviese para votar otros proyectos legislativos como la reforma para la renovación del TC o del CGPJ; la Ley de Memoria Democrática; el decreto anticrisis aprobado el 25 de junio y el decreto ley que limitaba la temporalidad en el sector público sanitario.

Una praxis poco solidaria con el resto de personas que desarrollan su trabajo en el hemiciclo -ujieres, taquígrafos, policías, periodistas y otros trabajadores de las Cortes-. La primera medida de Batet cuando fue nombrada presidenta de la Cámara Baja, en diciembre de 2019, fue adelantar el cierre del registro de la Cámara a las 18:00 horas y no a las 20:00 como sucedía antes. Pero la propia práctica habitual del Gobierno, con los citados macroplenos y ofreciendo también ruedas de prensa en ocasiones al filo de la noche y sin previo aviso, echa por tierra esa tesis inicial por la que abogaban socialistas y miembros de Unidas Podemos antes de formar el Gobierno.