Las espadas siguen en todo lo alto en la legislatura española. Tras la marcha atrás de ayer de la Mesa del Congreso, que ni tumbó (como se había insinuado) ni tramitó la proposición de Junts que reclama que Pedro Sánchez acepte un debate sobre si ... debe someterse a una cuestión de confianza, Carles Puigdemont ha elevado este viernes la apuesta con los socialistas. En una comparecencia desde Bruselas, ha dado un paso más hacia la ruptura, ha decidido suspender las negociaciones sectoriales con el PSOE, se ha plantado para negociar los Presupuestos Generales del Estado y ha instado a los socialistas a convocar de manera urgente una reunión en Suiza con el mediador internacional para que «verifique» el grado de incumplimiento por parte del Gobierno de los acuerdos suscritos para la investidura de Sánchez.
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Puigdemont podía haber liquidado del todo su relación con el PSOE, como había amenazado estas últimas semanas si la Mesa no aceptaba la cuestión de confianza. De momento, ha evitado la ruptura definitiva, pero ha advertido de que el matrimonio mal avenido formado entre el PSOE y Junts hace un año está en su «punto final» y el «riesgo de ruptura» es «real». No es un farol. El órdago sigue sobre el tapete. Junts adoptará una decisión definitiva cuando la Mesa concrete su determinación sobre la cuestión de confianza, que sigue siendo una exigencia de los postconvergentes, y después de la próxima reunión en Suiza, de la que no ha puesto un plazo, pero ha recalcado que será «urgente» y «extraordinaria», en torno a dos semanas o un mes como mucho.
El margen cada vez es más corto, aunque el dirigente nacionalista se ha jactado de que los socialistas hayan «rectificado», al no tumbar la cuestión de confianza, pues habían entendido que había peligro de «ruptura». «Se suspenden las negociaciones sectoriales», ha señalado. «No queremos que se alargue esta situación», ha advertido. La suspensión implica que los junteros no negociarán los Presupuestos Generales del Estado, que sin su concurso ya no pueden salir adelante, y que volverán a la situación en la que se encontraba Junts cuando estaba en la oposición, antes de investir a Pedro Sánchez. Es decir, si hay decretos ley del Gobierno e iniciativas legislativas, que el PSOE «no vaya a buscar el apoyo de Junts», ha avisado. La primera consecuencia puede ser la reducción de la jornada laboral que promueve la vicepresidenta Yolanda Díaz.
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Puigdemont, que este viernes ha convocado a la cúpula de su partido a una reunión en la capital belga, ha insistido en que Pedro Sánchez tiene que moverse y tiene que dejar de jugar con el calendario. Empezando por la cuestión de la resolución del conflicto catalán. El expresidente de la Generalitat ha lamentado que el Gobierno reconozca que hay un conflicto y al mismo tiempo el Govern catalán dé por normalizada la situación política en Cataluña. Ha dado a entender, además, que la cuestión que puede desencallar el embrollo ya no es una reunión con Pedro Sánchez, ni siquiera la asistencia del presidente del Gobierno en la reunión de Suiza. «No estamos encallados en eso», ha asegurado. «Ayuda que se nos reconozca, pero no hemos venido a hacer teatro», ha afirmado.
El líder independentista ha instado a los socialistas a cerrar ya el acuerdo sobre el traspaso integral a la Generalitat de las competencias de inmigración y ha sido muy duro con el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que este viernes en RNE ha cerrado la puerta a que los Mossos puedan asumir las competencias del control de fronteras. «Vive en otro mundo», ha atacado el dirigente nacionalista. Sánchez tiene un «problema» con este ministro, ha señalado. Y ha advertido al Gobierno de que traspaso integral es «todo». «Si el acuerdo no incluye eso (control de fronteras) no hay acuerdo», ha avisado.
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Los independentistas reclaman también al Gobierno que dé más pasos en el reconocimiento del catalán como lengua oficial en las instituciones europeas. Hay rumbo de colisión. Puigdemont insiste en que se le ha de amnistiar políticamente.
No rompe pero ha sido muy duro con el presidente del Gobierno. A su juicio, la «confianza está rota». «Un gobierno que no tiene confianza no puede seguir», ha señalado. Eso sí, ha vuelto a rechazar la oferta del PP de sumarse a una moción de censura junto a Vox y ha negado haber negociado con los populares.
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Junts, de alguna manera, trata de hacer ver que no está atrapado por los socialistas, tras investir a Pedro Sánchez a cambio de una ley de amnistía y de poner en marcha una mesa de diálogo en Suiza con un mediador internacional. El expresidente de la Generalitat no puede romper definitivamente con los socialistas mientras esté pendiente de que se le aplique la amnistía. El Constitucional podría resolver antes del mes de octubre. Son unos meses. Junts se está distanciando cada vez más de los socialistas. Pero no puede romper de forma definitiva. Ni le interesa ir a elecciones de manera inmediata, porque perdería su situación privilegiada como llave de la gobernabilidad, ni puede apoyar una moción de censura impulsada por el PP y Vox. La reunión de ayer jueves entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras en Waterloo supone un primer paso en el acercamiento entre las fuerzas secesionistas y su alejamiento de los socialistas.
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