El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, presiona al Gobierno, tras la debilidad exhibida en el Congreso, y le ha advertido este jueves de que solo contará con su apoyo si Cataluña recibe la delegación integra de las competencias en inmigración
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«Solo avanzaremos si ... Cataluña recibe la delegación integral de las competencias en inmigración, que es lo que acordamos», ha avisado en un tuit, el mismo día en que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska ha asegurado que el Estado no traspasará a la administración catalana el control de los flujos migratorios, como pretende Junts, y el día en que El Periódico ha revelado que el PSOE y Junts avanzan en una proposición de ley para transferir las competencias de inmigración a la Generalitat. Puigdemont, en cualquier caso, ha avisado de que Junts no aceptará una «solución a medias», como ha ocurrido a su juicio con la financiación singular pactada por los socialistas y ERC para investir a Illa. «Si alguien piensa que dejando pasar el tiempo Junts se avendrá a una solución a medias va bien confundido», ha señalado. «Si alguien tenía planificado empaquetar los incumplimientos acumulados para resolverlos a su favor en una negociación presupuestaria, también se equivoca», ha añadido.
El Gobierno necesita el apoyo de Junts para pode sacar adelante los Presupuestos. El Ejecutivo central no tiene el respaldo asegurado de los de Puigdemont, que negocian a varias bandas para ceder sus siete escaños. En la primera sesión de control en el Congreso tras el verano, la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, exigió a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, avances en el modelo de financiación, toda vez que los junteros consideran que lo que han pactado socialistas y republicanos no es un concierto económico. Cataluña debe tener «la llave de la caja», afirmó Nogueras. «Si quiere resultados distintos, haga cosas diferentes», le espetó.
Puigdemont ha afeado a los socialistas que hayan filtrado sus planes en materia de inmigración. «Les hemos avisado cada vez, y no parece que escuchen. O peor: parece que se la trae al pairo. En todo caso, pronto despejaremos la incógnita», ha rematado. Junts mantuvo ayer su rechazo al techo de gasto aprobado por el Gobierno y mantiene la incógnita sobre los Presupuestos. Los diputados de Junts abandonaron ayer del Congreso para ir a la Diada, lo que facilitó la aprobación por parte del PP de una moción contra la financiación singular, un gesto de presión al Gobierno.
Puigdemont ha amenazado al Gobierno, al día siguiente de la manifestación de la Diada del 11-S, que reunió a unas 60.000 personas en Barcelona, convocadas por la ANC y Òmnium Cultural. Estas dos entidades llamaron ayer a la unidad de las fuerzas secesionistas, en concreto llamaron la atención a los partidos, a los que afearon sus continuas batallas. La ANC y Òmnium consensuaron el manifiesto de la protesta, pero un día después han regresado las discrepancias en el nacionalismo civil. El presidente de Òmnium, Xavier Antich, ha admitido en Rac1 que la asistencia a la protesta no fue un «éxito de una movilización masiva». «No estamos en el ciclo de las movilizaciones millonarias» del procés, ha reconocido, al mismo tiempo que ha señalado que la cifra que dio la Guardia Urbana no le parece ningún disparate. A la misma hora, el presidente de la ANC, Lluís Llach, en Catalunya Ràdio, ha criticado la estimación facilitada por la Policía Municipal. «Algún día dirán que somos un rebaño de 300 corderos», ha afirmado. Las cifras que maneja la entidad, según su presidente, duplican las oficiales.
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Donde chocan también Llach y Antich es en relación al presidente de la Generalitat. El cantautor ha insistido este jueves en atacarle de forma personal. Semanas atrás, cuando fue investido, le llamó «fascista». Luego dijo que es «parafascista» y este jueves le ha calificado de «pseudofranquista». Además, le ha tachado de persona «tenebrosa» y le ha relacionado con el ministro Ábalos. «Es el fusible» de Illa, ha dicho del exministro socialista, ahora en el grupo mixto. Este fusible se puede romper, ha advertido, si el exministro se pone a hablar en «cualquier momento». Antich, en cambio, se ha mostrado mucho mas conciliador con el nuevo jefe del Ejecutivo catalán. Hasta el punto que ha revelado que ya está en contacto con el Palau de la Generalitat para cerrar una reunión, aún sin fecha.
Llach y Antich discrepan también sobre los liderazgos en los partidos. El presidente de Òmnium se ha mostrado una vez partidario de que ERC y Junts aprovechen sus congresos internos para renovar sus ejecutivas. A su juicio, los partidos deberían prescindir en esta nueva etapa de todos los dirigentes que fueron protagonistas en 2017: es decir, Puigdemont y Junqueras deberían dar un paso lado y no optar a la presidencia de sus formaciones. «2017 fue grandioso. Honor y gloria», ha dicho, pero al mismo ha señalado que hace falta gente nueva porque nadie es «imprescindible». Llach defendió días atrás en el Ara que ambos dirigentes deberían apartarse, pero luego matizó que la figura de Puigdemont no tiene nada que ver con la Junqueras.
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