Juan José Laborda
Secciones
Servicios
Destacamos
Juan José Laborda
El jueves pasado, Juan José Laborda (Bilbao, 1947) pasó un mal día. Por como el presidente de la Generalitat catalana, Pere Aragonès, desgranó sus reivindicaciones secesionistas en la Comisión General de las Comunidades Autónomas, tan querida para el expresidente del Senado. Y ello sin que ... su partido, el PSOE, le diera réplica sobre la posible amnistía del 'procés' que él ni entiende ni comparte. Hace un mes, la concurrida cena-homenaje organizada en su honor al despedirse como consejero de Estado se convirtió en un canto a la concordia constitucional.
–¿Era el Senado, y esta comisión en concreto, el foro apropiado para debatir sobre la amnistía? ¿O ha utilizado el PP su mayoría absoluta a beneficio de parte?
–El Senado representa la soberanía nacional, luego debatir sobre la amnistía es lógico e interesa a los ciudadanos. La mayoría del Congreso de los Diputados hace hoy lo contrario, impide el debate; y en el caso del Partido Socialista, en perjuicio de sus votantes, porque el proceso de negociación de una posible amnistía se está llevando a cabo de una manera oscura y opaca. Los votantes socialistas solo saben de la amnistía cuál era la postura tradicional del PSOE: estar en contra. Ahora esos votantes –¡y sus parlamentarios!– tienen la misma incertidumbre que todos los demás ciudadanos.
–¿Se ha equivocado el Gobierno con su silencio, al no contrarrestar el discurso de Aragonès?
–Sí, se ha equivocado. Pero lo peor es que Aragonès ha sorprendido yendo al Senado. Su discurso sobre que la amnistía conduce a la consulta de autodeterminación rompe las esperanzas del presidente Sánchez de una negociación sin publicidad y sin condiciones. Aragonès ha hecho público en el Senado cuales son sus exigencias, todas ellas inconstitucionales salvo que se reforme previamente la Constitución de 1978. Ha sido la oportunista respuesta electoral contra su rival, Carles Puigdemont. Y a la sorpresa de Aragonès debe añadirse la del expresidente Rodríguez Zapatero, cuya defensa de la amnistía –penosa, por cierto– no creo que fuera recibida con alegría en la Moncloa. Seguramente, no le llegó a tiempo la recomendación de bocas cerradas.
Noticia relacionada
–¿Le duele lo que ve? ¿Qué diagnóstico hace de este trance histórico, usted que participó en el proceso constituyente?
–Confío en que la Constitución, la obra de mi generación, sea más fuerte que la borrasca de populismo que padecemos como en las democracias atlánticas, desde Estados Unidos a la Unión Europea. En esas democracias se ha perdido el espíritu de superación del populismo que se consagra tras la Segunda Guerra Mundial. En 1989 creímos que la Unión Soviética formaría parte del mundo democrático. Pero los que pensaron que con implantar el capitalismo se lograría la felicidad democrática se equivocaron terriblemente. La guerra de Ucrania es la horrenda prueba de ello.
–¿Es factible pactar con el independentismo un borrado del 'procés' que no suponga culpar al Estado de lo que ocurrió en el amago separatista de 2017?
–Contesto con un rotundo no. Sería tanto como ignorar el Estado de Derecho. Nuestro Estado democrático ha sido siempre generoso, pues no en vano se funda en la reconciliación después de una guerra civil. Pero supondrá su negación que los beneficiados del perdón digan que volverán a cometer el mismo delito una y otra vez. Una cara de la moneda, la inmoralidad; la otra cara, la debilidad moral de la estupidez.
–¿Puede arrostrar el PSOE esa versión de los hechos?¿Una investidura catapultada por la amnistía si Puigdemont y Junqueras no renuncian a perseverar en el intento de ruptura?
–Lo que me angustia y me enfurece, como ciudadano, son los dos extremos a los que me lleva mi imaginación. El primero sería una investidura en el último momento y en la que el precio sería descomunal: amnistía, consulta autodeterminista, cesión de la Seguridad Social, y suma y sigue… ¡Demasiado para una sociedad, siempre comprensiva y moderada! El segundo, que la investidura de Pedro Sánchez sería el primer acto de la campaña electoral tras la ruptura de las negociaciones.
–¿Se toma eso del 'viejo PSOE' como un desprecio?
–Solo los sectarios nos desprecian. Hay muchos socialistas que me cuentan sus dudas e incertidumbres, que me envidian por no tener compromisos políticos. Yo puedo ser viejo, pero mis ideas y convicciones surgieron en momentos históricos esplendorosos; y estoy convencido de que serán el fundamento de un posible resurgir de los ideales de imperio de la ley, libertad y justicia social. Las metas de siempre de la socialdemocracia.
–¿Va a plantar batalla la 'guardia histórica' o solo les cabe el derecho al pataleo?
–Los veteranos podemos hablar libremente fuera del partido, y lo estamos haciendo.
–Si es votante de Sánchez, ¿seguirá siéndolo?
–El voto es secreto. Ahora bien, si mi partido propone algo contrario a la Constitución, obviamente no podré votarlo. Y si me lo preguntan, con pesar, lo diré.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Cinco trucos para ahorrar en el supermercado
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.