El PSOE defiende, frente a las críticas de Alberto Núñez Feijóo a su dependencia de Junts, que la accidentada relación que mantiene desde las elecciones generales de 2023 con el partido de Carles Puigdemont está dando resultados que «merecen la pena». Pero al mismo tiempo, ... se tienta la ropa. La portavoz de la formación, Esther Peña, evitó hoy -como ya hizo la semana pasada el propio Pedro Sánchez-, dar por seguro que el camino para la aprobación de los Presupuestos está ya despejado.
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El pasado viernes el secretario de Organización de los socialistas, Santos Cerdán, y el secretario general de Junts, Jordi Turull, se reunieron en Madrid para, según fuentes de Ferraz, «hablar de cómo tener una metodología de trabajo más efectiva» que evite sobresaltos como el vivido hace quince días, cuando los posconvergentes, molestos por la falta de cumplimiento de algunos de los acuerdos firmados con el Gobierno, tumbaron el real decreto le ómnibus que, entre otras muchas medidas, recogía la revalorización de las pensiones. La desconfianza mutua, sin embargo, sigue ahí.
En la dirección del PSOE admiten que las dudas sobre cómo jugará Puigdemont su siguiente carta no se han disipado, pero asumen que tienen que aprender a vivir con ello. «Somos partidos diferentes, contrapuestos en muchas cuestiones, pero que tenemos que hablar. Somos conscientes que no hay una mayoría alternativa, que hay cosas que nos unen y que merece la pena tirar para adelante» insistió Peña antes de poner sobre la mesa los datos de creación de empleo y crecimiento económico.
Sánchez acabó aceptando la semana pasada trocear en dos el decreto ómnibus para garantizarse el apoyo de Junts. La parte social, incluida la subida de las pensiones, ya fue aprobada por el Consejo de Ministros, pero las medidas económicas quedaron pendientes de una negociación que, en principio, se mantendrá en paralelo a las de otros asuntos pendientes como el de la delegación a la Generalitat de las competencias en inmigración, prioritaria para la formación independentista.
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Las conversaciones sobre los Presupuestos ni siquiera han comenzado y el tiempo apremia. Si el Ejecutivo deja pasar el primer trimestre del año sin presentar las Cuentas de 2025 a la Cámara ya será difícil que lo haga. De ahí que lleve semanas preparando argumentalmente el terreno para minimizar las consecuencias políticas y económicas de ese hipotético escenario.
«Hay que reconocer también que los Presupuestos actuales, prorrogados, son los nuestros -argumentó Peña sobre el proyecto aprobado a finales de 2022, con otra mayoría parlamentaria -. Entendemos que están dando buenos resultados para la sociedad y para la economía española y pueden seguir dándolos». «Además, sobre todo, son unos presupuestos que están preparados para recibir los más de 25.000 millones de euros de fondos europeos que tienen que llegar este año», añadió.
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El Gobierno insiste en que su pretensión es que haya nuevas Cuentas, pero que pueda iniciar su negociación antes de marzo es altamente improbable. Mañana, la Mesa del Congreso aceptará, salvo sorpresa, tramitar la proposición no de ley de Junts que insta a Sánchez a «considerar la oportunidad» de plantear una cuestión de confianza al Congreso. Fue otro precio a pagar por el apoyo a la revalorización de las pensiones. Esa iniciativa, que como pronto se votará a final de este mes, actúa como elemento de presión en el resto de conversaciones de los socialistas con Junts, que no se sentará a hablar de Presupuestos hasta ver resueltos sus demás expedientes.
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