La preparación de los candidatos, a examen

En el PSOE, explica María Márquez, hay programas de formación continua todo el año, que en periodo electoral se amplían con especial atención a los candidatos y el uso de las tecnologías de la comunicación. Y los territorios también desarrollan los suyos propios según sus prioridades. Recientemente, el partido ha celebrado jornadas de debate y negociación para cuadros jóvenes.

En el PP, la preparación, explica el vicesecretario de organización, Miguel Tellado, se realiza en dos ámbitos: la información sobre el discurso del partido; y la formación continua -específica para candidatos en época electoral- en dos áreas: instrucción sobre la gestión en diferentes materias y comunicación.

Podemos se enfoca hacia el diseño y organización de campañas, así como en el discurso y la batalla cultural, para escoger temas favorables a sus intereses y que se puedan colocar en la agenda. Su secretaria de organización y formación, Lilith Verstrynge, explica cómo los morados impulsaron en su Universidad de Otoño un encuentro para cargos locales actuales y potenciales con formación concreta para ellos.

Elección tardía

Es uno de los primeros déficits que señalan los expertos cuando evalúan la formación de los candidatos. Como explica Luis Ramiro, profesor de la Uned, esta es limitada porque los candidatos se eligen, en general, muy tarde, y en el tiempo hasta las elecciones no existe ya mucho margen.

Formación irregular

Su preparación es irregular, añade Ramiro, porque depende de los recursos con que cuente el partido y de la profesionalidad de cada persona. Ello lleva consigo que la formación continua escasee: la enseñanza suele quedarse bien en un programa previo, o bien se reserva después solo a quienes han resultado electos, que el partido cree más eficiente. A veces tampoco tiene lugar en las dimensiones necesarias: funcionamiento de las instituciones, estrategia y comunicación.

Aspirantes como meros peones

Los partidos no otorgan gran importancia al entrenamiento de los candidatos, porque lo que en realidad existe es un márketing electoral cada vez más profesionalizado en el que los escogidos se convierten en meros peones, afea Miguel Pérez-Moneo, profesor de la Universidad de Barcelona.

No son autosuficientes

Los partidos eran enormes maquinarias que formaban a sus candidatos con múltiples iniciativas, pero el consultor César Calderón indica que ya no es así: tienen menos recursos y menos profesionales internos para este fin. Por ello, han perdido el miedo a subcontratar servicios, sobre todo para la mejora de destrezas comunicativas. El modelo se 'americanizó': imitó a EE UU y a América Latina, donde se tiende a externalizar actividades, apunta el experto en comunicación política José Pedro Marfil.

Ritmo más acelerado

El mundo comunicativo cada vez es más complejo, sus ritmos se han acelerado y son necesarios equipos humanos multimedia, capaces de elaborar discursos eficaces para diferentes plataformas. Antes se llegaba al electorado con un coche lanzando pasquines y se comunicaba pensando en el periódico del día siguiente o, a lo sumo, en el telediario. Ahora hay que vigilar el chorro continuo de las redes sociales y saber cómo colocar mensajes en ellas. Y sin olvidar el periódico o la televisión, que conservan su influencia.

Cada vez mayor competencia

La oferta política se ha multiplicado en España con la irrupción de nuevos y más sofisticados contendientes: Ciudadanos dio el salto de Cataluña a la arena estatal con la ambición de captar cuadros profesionales de éxito en la empresa y Podemos estaba comandado por politólogos con brillantes expedientes académicos. El bipartidismo lo interpretó como un desafío, lo que le hizo salir de su comodidad, explica Calderón.

'Paracaidistas' y de relleno

Siempre ha existido, pero la nueva política ha favorecido el fichaje de candidatos ajenos a la formación, desconocedores de la cultura del partido, su tradición y su organización. A veces encabezan las listas. También pueden ir en la cola para lanzar un mensaje de respaldo, pero sin el deseo de ninguna responsabilidad o de tener que formarse ni en estrategia ni en comunicación, recuerda Pérez-Moneo.

Menor formación, menos cuadros

La formación general a la militancia da la oportunidad de reclutar cuadros y candidatos. Es un entorno en el que se detectan virtudes y defectos de los potenciales aspirantes, para potenciar las primeras y pulir los segundos. Pero si existen pocas ocasiones para la preparación de candidatos, se reducen las posibilidades de detectar talento.

Gestión de crisis

La falta de formación, o programas irregulares de preparación, aflora como problema sobre todo cuando los políticos tienen que afrontar la comunicación en situaciones de crisis, detecta Marfil. Algunas veces se les prepara para que puedan anticipar reacciones a sus medidas para poder responder, así como en argumentación y contraargumentación. Y también para hacer frente a los adversarios políticos y a las preguntas más incómodas de los periodistas.

Una militancia menos atendida

A la afiliación se le presta menos atención que cuando los partidos políticos eran grandes organizaciones de masas y esenciales en la socialización. Ahora los militantes proyectan una actitud menos efervescente que en los años de la transición a la democracia, cuando todo era aprendizaje y cuando se sentían los protagonistas o al menos testigos de primera línea del progreso del país.