Pablo Casado todavía tiene intención de ejercer este miércoles como líder de la oposición en la sesión de control al Gobierno. Lo hará en una situación de extrema debilidad después de que incluso la dirección de su grupo parlamentario, de su entera confianza, le diera ... mayoritariamente la espalda con la publicación de un comunicado que exigía la celebración del congreso extraordinario, al que, en principio, se pondrá finalmente fecha el próximo martes, y la dimisión inmediata del secretario general del partido, Teodoro García Egea, anunciada varias horas después.
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El hasta este martes número dos de los populares ya comunicó a mediodía su intención de delegar su habitual confrontación parlamentaria de los miércoles con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, en uno de sus colaboradores, el secretario nacional de Afiliación del partido, Diego Movellán. Casado, sin embargo, decidió seguir adelante con su pregunta a Pedro Sánchez para sorpresa tanto de sus propios colaboradores, que le reclamaron expresamente no hacerlo, como del Ejecutivo. «Va a ser –apuntaban ayer en Moncloa– una sesión muy incómoda para él».
El tenor de la pregunta registrada no invita a pensar en una intervención sosegada ni, dicen en el Gobierno, tampoco oportuna: «¿Cuánto más está dispuesto a ceder a sus socios independentistas para seguir en la Moncloa?». Sánchez no tiene, en todo caso, según afirman, ninguna intención de «bajar al fango».
Los socialistas sostienen que la debilidad del PP, el único partido con el que se han alternado en el poder en algo más de cuatro décadas de democracia, tampoco es para ellos una buena noticia porque puede alimentar el discurso «antiinstitucional». Pero también ven una ocasión para seducir al votante moderado, que nunca entiende que se haga leña del árbol caído.
La portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, afirmó en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que Sánchez ha preparado su respuesta como siempre, haciendo abstracción de la situación de colapso en la que se encuentra el PP. «De momento, sigue siendo el interlocutor que el PP tiene como responsable político», añadió.
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También la vicepresidenta Díaz se puso el guante de seda para referirse al que ha sido, miércoles tras miércoles, su principal oponente en el Parlamento. «Soy muy respetuosa con las organizaciones políticas y, sobre todo, con las personas y este momento –resaltó– es de enorme delicadeza».
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