Podemos consuma el divorcio con Sumar y complica aún más la legislatura a Sánchez

Podemos ya venía avisando de que actuaría con «autonomía» en el Congreso y pedía al PSOE «sentarse a negociar» con ellos las Cuentas. Sin embargo, la contundente jugada ha sido «una sorpresa absoluta» para Sumar, que hasta el último momento confió en mantener la cohesión de sus 31 diputados (26 ahora). En el PSOE, su portavoz parlamentario, Patxi López, reconocía que la ruptura «no era buena noticia», pero se mostraba convencido de que, con esta nueva circunstancia, «nadie de la izquierda va a paralizar la acción de un Gobierno progresista».

La rápida sucesión de hechos se produjo cuando el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, comparecía en el hemiciclo para dar cuenta de la crisis con Israel, pero toda la atención mediática estaba a pocos metros, en la Sala del Escritorio. Allí fue donde Sánchez Serna confirmó la noticia: «Sumar ha intentado impedir por todos los medios que los diputados de Podemos hagamos política». Una hora más tarde, la portavoz del grupo parlamentario, Marta Lois, con cara de circunstancias, lamentaba que ella y la propia Díaz se habían enterado de todo «por la prensa» –al mismo tiempo, la responsable de Organización, Lilith Verstrynge, llamaba a un asesor del equipo de la vicepresidenta segunda—. «No nos han facilitado explicaciones», se quejó Lois.

Sumar tacha de «gran deslealtad» la salida de Podemos y les avisa de que su marcha al Grupo Mixto supone «un flagrante incumplimiento del pacto de coalición» que los de Belarra firmaron con Díaz para las generales del 23-J, espoleados, en gran parte, por las urgencias del adelanto electoral. Esto supone un recorte en la financiación que los morados reciben del Congreso, aunque esperan compensarla en su nuevo destino. En cuanto a las consecuencias políticas, los de Díaz evitaron hacer valoraciones: «No nos entra en la cabeza que Podemos pueda remar en contra de un Gobierno progresista»,

Aunque Lois dice no entender el «victimismo» de Podemos, los morados se ha ido cargando de razones en los últimos meses. Primero fue la exclusión de su número dos, Irene Montero, de las listas del 23-J; en septiembre se quedaron sin protavocías en el Congreso, lo que les privaba de poder intervenir en los plenos sin el permiso de la vicepresidenta segunda o registrar iniciativas parlamentarias; después acusaron a Pedro Sánchez y a la líder gallega de «echarles» del Gobierno; y este martes, la gota que colmó el vaso, a Belarra se le negó la posibilidad de hablar en el turno de Sumar durante la comparecencia de Albares.

La líder de los morados ya reconoció la semana pasada que a su partido solo le quedaban «la voz y el voto» como herramientas de acción parlamentaria. Con su marcha al Grupo Mixto recuperan ambas y se preparan a volver a la trinchera política tras su paso por el primer Gobierno de coalición. «Podemos llegó a la política española para cambiarlo todo. Hoy, con fuerzas renovadas y las convicciones intactas, tomamos una decisión difícil pero imprescindible para seguir transformando nuestro país», defendió Belarra en redes sociales. También se liberan del reglamento que Díaz pretende implantar en el grupo de Sumar y que, según desvelaron algunos diputados morados, incluye sanciones por indisciplina en el voto o por críticas públicas.

En el horizonte próximo, se encuentran las elecciones en Galicia y País Vasco y las europeas de junio de 2024. Con esta ruptura, las posibilidades de concurrir en coalición se disipan por completo.