La de este mediodía en el Congreso podía haber sido una sesión casi de trámite: un candidato, Alberto Núñez Feijóo, haciendo el postrero esfuerzo de explicar que su fallida investidura sirve para insuflar «seguridad y esperanza» a la ciudadanía frente «al engaño clamoroso» de Sánchez ... con la amnistía; los grupos que le apoyan justificando sin querer perder perfil propio -Vox- su insuficiente aval al presidente del PP; y los que mayoritariamente rechazan un Gobierno del PP dependiente de la extrema derecha cargando con dureza contra el dirigente gallego, incluido un PNV que arrastra desde el miércoles el escozor por la falta de contemplaciones con que se dirigió Feijóo a los suyos desde la tribuna de oradores. La apenas hora y media de debate sin réplicas antes de que la Cámara baja se pronunciara por segunda y definitiva ocasión sobre la candidatura de Feijóo pudo haber sido, sí, un trámite dialéctico. Pero nada lo es en este contexto político tan arrebatado que hace que este verano-verano de San Miguel parezca un glaciar. Han pasado varias cosas significativas en la sesión, más allá del fracaso previsto de Feijóo. Una de ellas, nada menor, las envenenadas alusiones al papel constitucional del Rey en esta investidura por la que compiten, por primera vez en democracia, el ganador de las elecciones y quien las perdió pero puede forjar una mayoría con el conjunto del independentismo para retener la Moncloa. Y hacerlo a través de una ley de amnistía que llevará, como todas, la rúbrica real.
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Hace siete años, con la irrupción de la 'nueva política' tensando las cuadernas del bipartidismo cuya sucesión más o menos mimética en el poder había facilitado la función del jefe del Estado -hasta entonces Juan Carlos I- de proponer candidato en virtud del artículo 99 de la Constitución, la responsabilidad de Felipe VI ya se vio señalada por la controvertida decisión de Mariano Rajoy de dejar pasar el cáliz de una investidura para mantenerse en el Gobierno para la que no tenía respaldos suficientes. Hubo discusión política y jurídica, inaugurando las acusaciones contra el PP de desairar al monarca al colocarle en una tesitura inédita. El Rey dio paso entonces a la alternativa encarnada por Pedro Sánchez, quien marcó otro hito en la democracia española: ser el primer candidato en perder una investidura, precedente del que tirado hoy Cuca Gamarra para espetarles a los socialistas que cómo se atreven a afearle ahora a su jefe de filas la «pérdida de tiempo» de esta sesión. Hasta este mediodía, el partido que se había mostrado más crítico con que Felipe VI propusiera a Feijóo como candidatos sin una mayoría bastante había sido el PNV, favorable a que el monarca hubiera dejado más tiempo para intentar que Sánchez forje su alternativa con los soberanistas vascos y catalanes. Hasta este mediodía.
El fuego sobre la Corona ha partido de un flanco inesperado, el PSOE. Óscar Puente ha regresado a la tribuna en lugar de Sánchez sin apearse del tono combativo contra Feijóo que le granjeó el aplauso de los suyos el martes. Entonces, y tras sorprender a toda la Cámara donde apenas nadie estaba en el secreto de que iba a ser él el elegido para dar la réplica al líder del PP , el exalcalde de Valladolid identificó a los socialistas como «el partido del pueblo», una alusión que ha redondeado hoy al advertirle a Feijóo que no busque fugas de escaños porque «este PSOE no es el de hace 30 años» a diferencia de un PP pintado como fuera de tiempo. Y en medio, ese nuevo PSOE ha arremetido contra el candidato popular por «utilizar y de forma desleal» al jefe del Estado para protagonizar una investidura inviable. El dardo ha resonado en el artesonado del Congreso más como un cuestionamiento implícito del papel del Rey que solo como una diatriba contra Feijóo.
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Cristina Cándido
Minutos después, ha sido la portavoz de Esquerra Teresa Jordá, sustituta esta mañana de Gabriel Rufián, quien ha aprovechado los cinco minutos de su turno para introducir un duro ataque, este frontal, contra la Monarquía parlamentaria, a la que ha tildado de Familia Real de «ladrones y corruptos». Hasta llegar ahí, Jordá ha trazado un camino argumental en el que ha empezado señalando a Felipe VI por haber vuelto a «tomar partido» en el contencioso catalán, esta vez permitiendo a Feijóo desgranar su mensaje en la investidura y como hizo con el discurso solemne del 3 de octubre de 2017 -ahora se cumplen seis años- con el que el jefe del Estado respondió con severidad al referéndum ilegal convocado y celebrado por el independentismo 48 horas antes. En una intervención que ha endurecido la contundencia irónica por la que suele decantarse Rufián, la diputada republicana ha imbricado al PP con una política de Estado dirigida, entre otras cosas según ha proclamado, al «exterminio lingüístico» en Cataluña.
El Rey tiene ante sí ahora el escenario en el que deberá convocar otra ronda de contactos con los grupos parlamentarios con Sánchez pudiendo presentar ya oficialmente sus credenciales.
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