Las intenciones confesadas de Pedro Sánchez eran convocar las elecciones generales en 2020 y agotar la legislatura. Ahora no quiere atarse las manos con una fecha porque depende de una frágil mayoría en el Parlamento. «El Gobierno durará lo que dure la acción ... del Gobierno» y si no puede sacar adelante su proyecto legislativo habrá que acudir a las urnas.
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«Atarnos los dedos (quería decir las manos), lo justo», ha afirmado este domingo Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno ha dejado todo abierto tras pasar la semana más delicada de sus cien días de mandato. La decisión, ha advertido, no es solo suya, es «corresponsabilidad» del Gobierno y del Congreso. Ha aludido a esta responsabilidad dual porque su partido tiene solo 84 de los 350 diputados y la estabilidad gubernamental está al albur de las negociaciones con la mayoría que le llevó a la Moncloa tras la moción de censura a Mariano Rajoy.
Sánchez ha explicado que en junio habló de convocar elecciones inmediatas tras la moción porque estaba en negociaciones con Ciudadanos para que apoyara la censura, pero al encontrarse con el rechazo de los de Albert Rivera se sintió liberado de ese compromiso. Esta noche se ha peleado con el calendario y se ha negado a fijar un horizonte electoral. «Si podemos sacar adelante leyes, por qué vamos a convocar elecciones», ha preguntado en la entrevista concedida a la Sexta.
Máster
Ha restado importancia a las afirmaciones de quienes dicen que su Gobierno está sobrepasado como lo demostrarían las rectificaciones que han caracterizado sus tres meses largos de mandato. Sánchez además ha negado la mayor: «Rectificaciones no hay, hay ruido». Un fragor que ha atribuido a la oposición ante su «incapacidad» de hacer propuestas políticas. Lo máximo que ha concedido es que ha podido haber «alguna disfuncionalidad».
La venta de las 400 bombas láser a Arabia Saudí, por ejemplo, no fue un viraje: fue, ha dicho, un asunto de Estado. Ha explicado que la ministra de Defensa, Margarita Robles, no reparó «en el impacto que podía tener» su anuncio de rescisión del contrato con el Gobierno de Riad, que afectaba a las relaciones de todo tipo con ese país y las consecuencias que podía tener en la construcción de cinco corbetas en los astilleros de Navantia y sus 6.000 trabajadores. Ante esa «muy delicada» situación, «el presidente del Gobierno entró». En política, ha explicado, hay que «priorizar», y él puso por delante los astilleros españoles y las relaciones económicas y diplomáticas con Arabia Saudí sobre las consideraciones humanitarias de las bombas. Además, ha señalado, el contrato fue de Rajoy.
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Tampoco ha situado en el campo de las rectificaciones la dimisión de la ministra de Sanidad, a la que el martes apoyó cuatro horas antes de dejarla caer por plagiar su trabajo de fin de carrera en un máster. «Defendí su gestión pública», no su actividad académica, y además, Carmen Montón «no me mintió». Es decir, conocía las iregularidades. No lo dijo. Sánchez ha comentado que agradeció a la ministra que diera «un paso al lado» y no ve por qué tiene que asumir él responsabilidades políticas. «Las asumiré -ha indicado- el día que un ministro haga algo ilegal que tenga que ver con su actividad política».
elecciones
El punto en el que el presidente del Gobierno se ha defendido con uñas y dientes ha sido con su tesis doctoral. Ha reiterado que todo fue legal, que no plagió, que el tribunal que le examinó no le dio trato de favor, que no tuvo 'negro', y que su trabajo siempre fue público, aunque la verdad es que solo a partir de este viernes el acceso está abierto a todo el mundo en internet. En definitiva, ha resumido, las acusaciones vertidas son «fake news» (noticias falsas) de una oposición política incapaz de hacer propuestas y que se dedica a «meter ruido» y a convertir el Congreso «en un lugar donde se plantean asuntos que nada tiene que ver con la política». Todo ello, ha añadido, alimentado por algunos medios de comunicación a los que ha prometido «una demanda» para restituir su honor, no una querella criminal como se anunció en un primer momento. «Ha sido -asegura- una difamación personal».
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Ministra de Sanidad
El presidente del Gobierno ha vuelto a insistir en su tesis del diálogo con los independentistas catalanes como la vía para solventar el conflicto catalán. La crisis, ha añadido, solo resolverá con «una votación», pero sobre el autogobierno, que es el «único punto de encuentro para el 70 o 75% de los catalanes», y no sobre el derecho de autodeterminación, como quieren los soberanistas. A pesar de los nulos o tímidos avances recogidos hasta ahora, se ha mostrado optimista y ha emplazado a los independentistas a que hagan una autocrítica por estos años de proceso secesionista.
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