Ander Azpiroz
Madrid
Miércoles, 31 de julio 2024, 11:00
Las costuras del PSOE a nivel territorial comienzan a romperse a cuenta del pacto con Esquerra para investir como presidente de la Generalitat a Salvador Illa a cambio de un concierto fiscal para Cataluña. El conato de rebelión interna, aunque varias federaciones tambien han apoyado ... el acuerdo, la lidera el presidente de Castilla-La Mancha. Emiliano García-Page, el único dirigente autonómico socialista que gobierna con mayoría absoluta tras el batacazo del PSOE en las elecciones de mayo de 2023, compareció ayer apenas media hora antes de que Pedro Sánchez hiciera su habitual balance de gobierno antes de tomar sus vacaciones estivales. El barón socialista, el más crítico de entre todos con la gestión del presidente, no citó ni una sola vez por su nombre al secretario general del PSOE. Tampoco hizo falta porque sus mensajes fueron tan claros que no quedó duda alguna sobre el destinatario y ni sobre lo que le parece la financiación singular para Cataluña.
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Page acusó a Sánchez de «abandonar su programa político, su código ideológico y sus convicciones» a cuenta del «obsceno» concierto fiscal para Cataluña firmado con ERC. Sabedor de que está en el punto de mira, Page deslindó su frontal discurso con el contenido del pacto con el intento de investir a Illa, hacia el que se deshizo en elegios y dijo que, de poder gobernar, sería capaz de «desmontar uno tras uno cada uno todos los montajes del independentismo». Pero pidió encontrar una vía para el exministro sea president sin someter a «sacrificio» al resto de la ciudadanía española.
Page constató cómo Sánchez ha ido cediendo ante el independentismo, sucesivamente, con los indultos, la supresión del delito de sedición, la rebaja de la malversación, la amnistía y, ahora, con el concierto fiscal. «Hasta aquí», zanjó, antes de dar por seguro que acuerdo no prosperará porque el PSOE no puede apoyarlo –a pesar del cierre de filas de la ejecutiva con Sánchez– y dejando en el aire que los ocho diputados socialistas castellanomanchegos puedan desmarcarse esta vez en el Congreso.
«Los ataques personales me llegarán seguro y me llamarán facha», se dolió Page, quien dedicó una parte de su discurso al «pasado humilde» de su familia y su compromiso con la izquierda y con un PSOE que «nació para combatir la desigualdad» y no para favorecerla como, dijo, propone el «egoísmo». «A mí me alegra ser el de siempre y no cambiar de opinión», lanzó contra Sánchez.
La de Page es la principal voz discordante en el PSOE, pero no la única. El también barón socialista en Castilla y León, Luis Tudanca, dio igualmente por seguro que el pacto para la nueva fiscalidad catalana no saldrá adelante en la Cámara baja. «Si hay singularidad que haya singularidad para todos y si se hacen cesiones de competencias tributarias que sea para todos y en términos de igualdad, solidaridad y corresponsabilidad fiscal», resumió. Juan Lobato, presidente de la federación madrileña, apoyó abrir un debate «sereno» dentro del PSOE. El líder de los socialistas gallegos, José Ramón Gómez Besteiro, se apartó de esta línea recelosa al avalar una financiación singular para Cataluña, aunque requiriendo mejoras también para su región.
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La reforma de la Lofca requiere de una mayoría absoluta de 176 escaños de la que ya el martes se desmarcaron dos diputados de Compromís, uno de IU y otro de la Chunta. Los números no le dan ni al Gobierno, y mucho menos si se producen deserciones en las filas del PSOE.
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