Secciones
Servicios
Destacamos
Ander Azpiroz
Domingo, 9 de abril 2023, 00:04
Izquierda Unida inició un viaje tras la aparición de Podemos en 2014 que le llevó primero a rechazar cualquier alianza con Pablo Iglesias y su por entonces compañía, pasó después a suplicar una coalición que finalmente se rubricó en 2016 con el conocido como 'pacto ... de los botellines' y ahora se echa en manos de Sumar y Yolanda Díaz.
Son muchos los bandazos que ha dado la formación que lidera Alberto Garzon. Caya Lara, su antecesor en el cargo, puso pie en pared y señaló que solo aceptaría un acuerdo con los morados en base a un «programa creíble», sin que la confluencia fuese «una jaula de grillos» y siempre que se respetase la identidad de IU, una coalición a la izquierda del PSOE que, bajo el padrinazgo del Partido Comunista de España (PCE), nació al calor del referéndum sobre la permanencia en la OTAN que propuso, y ganó, el PSOE de Felipe González.
Otro exlíder de IU se opuso también de forma enérgica a la alianza con Podemos. Según confesó Gaspar Llamazares en 2016, «es un grave error político de los míos». Por entonces, Podemos, al que el CIS llegó a aupar como primera fuerza política, desdeñó a IU. «Pitufos gruñones», llamó Iglesias a sus dirigentes. Cayo Lara se retiró y Llamazares fue primero arrinconado y después expulsado del partido que dirigió desde 2000 a 2008.
Garzón se hizo con las riendas de la formación en junio de 2016, pero ya desde antes maniobró para lograr un acuerdo con Podemos sabedor de que antes o después relevaría a Cayo Lara. Para el recuerdo queda su visita a la sede de Podemos del 24 de junio de 2015, casi a modo de pleitesía ante un Iglesias que declaró tras el encuentro en su despacho: «Me encantaría contar con gente como Alberto, pero no puedo decir lo mismo de IU».
Podemos e Izquierda Unida acudieron por su cuenta a las generales de diciembre de 2015. El PP de Mariano Rajoy perdió su mayoría absoluta pero se mantuvo como primera fuerza. Los socialistas se hundieron e Iglesias se quedó a tan solo 350.000 votos de Pedro Sánchez. IU obtuvo 923.105 apoyos. El líder de Podemos echó cuentas, rechazó en los siguientes meses apoyar un Gobierno de coalición entre PSOE y Ciudadanos y recurrió ante la repetición electoral a los herederos de aquellos «pitufos gruñones».
La suma de votos de Podemos e IU supondría el ansiado 'sorpasso' al PSOE. Blanco y en botella pensaron la mayoría de dirigentes de la formación Morada. En privado, Iglesias daba por seguro que sería el primer candidato de la izquierda por delante de Sánchez. «Los socialistas deberán elegir si me apoyan como candidato a mí o a Rajoy», pronosticó. En cualquier caso, insistía en que él ganaría, sí o sí, al convertirse en jefe de la oposición.
Los números fallaron. Ya lo había avisado durante meses Íñigo Errejón, todopoderoso número dos del partido y secretario político. «Uno más uno no siempre suman dos», se cansó de repetir. El tiempo le dio la razón. Tras el 'pacto de los botellines', como se bautizó al abrazo en la Puerta del Sol que se dieron Iglesias y Garzón y bañado después en cervezas. Si en 2015 por separado Podemos obtuvo 69 escaños e IU 2, en la repetición electoral de 2016 juntos sumaron 71. La alianza se quedó de nuevo por debajo de un PSOE que perdió cinco diputados.
El fracaso de la coalición causó un terremoto en Podemos. En 2017 Vistalegre II oficializó el divorcio político y personal entre Iglesias y Errejón. A partir de entonces emergió con fuerza la figura de Yolanda Díaz, a la que Iglesias impulsó desde un inicio para contrarrestar en Galicia al veterano izquierdista Xosé Manuel Beiras, quien se resistió, al igual que la vieja guardia de IU, a plegar velas ante la formación morada.
Díaz fue negociadora de Podemos en el fracasado pacto de coalición tras las elecciones de abril de 2019, ya con Sánchez en el Gobierno tras la triunfante moción de censura. La ahora vicepresidenta defendió con ahínco que los morados debían estar en el Gobierno. Garzón, en cambio, se mostró partidario de dar un apoyo externo a los socialistas con tal de respaldar un ejecutivo progresista. El resultado de ese choque trascendió meses después, cuando se supo que la ahora vicepresidenta se dio de baja en IU.
Desde entonces las amistades o afinidades políticas han dado un vuelco de 180 grados. Iglesias ungió a Díaz como sucesora, y ahora el Podemos dirigido por Ione Belarra e Irene Montero le niega la mano. Garzón, en cambio, se abrazó a Errejón el pasado domingo en el acto de presentación de la candidatura de Yolanda Díaz en Magariños.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.