Hace pocas semanas, un alto dirigente del PNV reconocía en privado no ser ni de izquierdas ni de derechas. «Si acaso, de centro izquierda, o si se prefiere socialdemócrata». Pero, evidentemente, la socialdemocracia de un partido de raíces cristianas que aún lleva a Dios en ... su nombre y de clara vocación 'atrapalotodo' y por lo tanto siempre más volcado en la vertiente abertzale que en la netamente ideológica se compadece mal con un Gobierno de eslóganes más bien simplistas como ese «lo siento, los ricos tendrán que pagar más que antes» que este miércoles enarboló Pedro Sánchez.
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Sabin Etxea es muy consciente de que sumarse al bloque mal llamado progresista -porque en él se arraciman grupos de muy distinta adscripción ideológica, empezando por las veleidades rusófilas de Junts- le puede pasar factura en las próximas elecciones vascas, sobre todo con un PP lanzado a tumba abierta a por los votos que, por puro pragmatismo, se le fugaron hacia el PNV. Un PNV que monopolizaba entonces los réditos del apoyo a los sucesivos gobiernos centrales, antes de que EH Bildu se cayera del guindo del Estado opresor y se decidiera a pisar moqueta en la villa y corte con todas la consecuencias. De ahí ese dardo envenenado de Feijóo al ironizar con que los jeltzales han cambiado el tractor que hizo famoso Rajoy cuando Aitor Esteban le pedía «menos leña y más grano» por «la hoz y el martillo». Y el bumerán que le ha devuelto hoy el diputado al recordarle que si ya no cosechan juntos es porque el motor de los populares se ha gripado por «el aceite de Vox».
Metáforas y más metáforas para despegarse de una derecha que el PNV cree venenosa en las urnas vascas. Insinuaciones sobre el mercantilismo de un PP dispuesto a entregar lo que sea con tal de hacerse con el apoyo jeltzale mientras acusa a Sánchez de quebrar la igualdad entre españoles. (Nota: ofrecer un ministerio al PNV es desconocer la idiosincrasia del partido, que jamás aceptaría entrar a gobernar España. Cosa distinta son el Cupo, los fondos europeos y las transferencias pendientes, pero ni todo el oro del mundo bastaba para sortear el elefante de Vox).
En otro fino ejercicio de equilibrismo sobre el alambre, el portavoz jeltzale ha ahondado su brecha con el PP pero, atención, ha leído un texto de uno de los máximos referentes históricos del PNV, el lehendakari Agirre, escrito en los albores de la Guerra Civil. Tras la cita en la que Agirre contraponía la España «monárquica, autoritaria y uniformista» con la «revolucionaria, internacionalista y de izquierda extrema», Esteban ha apostillado: «Salvando las distancias, esos dos modelos, que intentan imponerse uno frente al otro, y que a nosotros nos son extraños, pugnan hoy en discursos de confrontación constante».
El esfuerzo por reconquistar el carril central de la sociedad vasca es evidente. De eso iba también la advertencia dirigida al ala más a la izquierda del Gobierno, el yolandismo, de que «se acabó» asumir sus postulados como hechos consumados. Ortuzar ya avisó en ese sentido en una entrevista en EL CORREO de que esta legislatura solo saldrán adelante las leyes que el PNV estime oportunas. Otra cosa es corregir las ya aprobadas, como la de Vivienda, porque mientras Abascal revolotee por la ecuación no hay acuerdo posible con el PP. O plantarse frente a asuntos troncales como la fiscalidad, más allá de exigir que se concierten los nuevos tributos. Menos aún con la reedición en ciernes de la coalición con el PSE en Euskadi.
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Al PNV le tocará hacer malabares para mantener ese perfil centrista tan difícil de defender cuando uno está en el mismo barco que quien echa mano de un discurso tan polarizador como peligroso para presentarse como dique de contención de la marea retrógrada que asola el mundo. EH Bildu, en cambio, lo tiene más fácil. El discurso en la tribuna de su portavoz, Mertxe Aizpurua, lo deja bien claro. Nada de amenazas ni de amagos. Apoyo incondicional (pese a la advertencia de que no hay cheque en blanco) a cambio de algo mucho más poderoso que los traspasos y las inversiones, el label de calidad de izquierdista fetén e influyente. Y el aviso de que quienes quieran frenar «los avances sociales» deberán «retratarse» en el Congreso. Si cabía alguna duda, ha quedado claro que la batalla por el poder entre PNV y Bildu será ideológica y se disputará en el eje izquierda-derecha. Aunque Sabin Etxea lo intente rehuir.
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