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La batalla que las fuerzas de seguridad del Estado libran contra el 'narco' en el Estrecho de Gibraltar está entrando en una fase que se asemeja cada vez más a una guerra convencional, con dos bandos que usan sistemas de control y espionaje similares contra el 'enemigo'.
Muestra del poder de los 'ejércitos' de los clanes que manejan el tráfico de droga entre los dos continentes ha sido el último golpe de la Policía Nacional y la Agencia Tributaria, que en los últimos días han desmantelado el sistema de última generación con el que una importante organización de traficantes espiaban en tiempo real los movimientos de los coches, barcos, helicópteros y avionetas de las fuerzas de seguridad del Estado y de Vigilancia Aduanera. Una red de contravigilancia que el grupo desarticulado, además, ponía al servicio de otros traficantes a cambio de 20.000 euros por desembarco.
La operación conjunta ha permitido localizar y neutralizar en el municipio gaditano de Chipiona un radar operativo y funcional, de origen náutico pero con importantes modificaciones «artesanales» y una cámara térmica usados para el control de buques y aeronaves de los servicios policiales. Además, los agentes han intervenido otro radar completo, todavía más complejo y totalmente nuevo, que iba a ser instalado próximamente y cuya ubicación estaba siendo discutida por los 'narcos', según han revelado las intervenciones telefónicas,
El descubrimiento del sistema de espionaje del 'narco', que llevaría activo al menos dos meses, ha tenido lugar en la última fase de la operación 'Saline', que comenzó en abril del año pasado, cuando en esos pinchazos telefónicos algún indiscreto miembro del grupo habló del uso del «radar». En este último tramo del operativo y relacionado con la gestión del sistema de seguimiento a las fuerzas de seguridad se han practicado tres registros en la localidades de El Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera y Chipiona y han detenido a siete personas, entre ellos el supuesto operador del sistema de contravigilancia.
Los mandos del operativo consultados por este periódico han destacado que el sistema de radar, que estaba instalado en un ático de un domicilio de Chipiona, cubría prácticamente el litoral de casi toda la provincia de Cádiz. Desde ese ático «estratégicamente situado» y que tenía un alquiler cercano a mil euros mensuales, los 'espías' controlaban directamente toda la Bahía de Cádiz, la desembocadura del Guadalquivir y parte de la provincia de Huelva.
Por su parte, la cámara térmica de origen militar, era de última tecnología, estaba «robotizada» para poder ser guiada a distancia y estaba igualmente plenamente operativa para poder monitorizar tanto los movimientos de los agentes como de los propios traficantes. Los investigadores destacan la dificultad de encontrar en el mercado negro un dispositivo similar, que en cualquier caso superaría con creces los 100.000 euros de coste.
«Se trata de una tecnología muy similar a la que usamos nosotros para localizar las 'planeadoras' (lanchas rápidas para alijar droga en las playas), los barcos nodrizas que en la noche se acercan a las costas o los movimientos de las personas que bajan a las playas para recoger los fardos», explica un alto responsable del operativo.
Ahora, los especialistas de los Grupos de Respuesta Especial para el Crimen Organizado (GRECO) de Cádiz y de Vigilancia Aduanera se centran en dos flecos. El primero, localizar la infraestructura de una gran organización de traficantes de la Línea de la Concepción para la que trabajaba esta red de espionaje. Y el segundo, determinar qué operaciones policiales han sido controladas por el sistema de radares de los narcos. Los investigadores están convencidos de que la decisión de unos narcos de lanzar un millar de kilos de hachís al mar tuvo relación con un chivatazo de la red de contravigilancia porque ésta se produjo de manera simultánea a la salida de una patrullera de la Guardia Civil que no tenía relación ninguna con el operativo.
La operación 'Saline' que ha desembocado en el descubrimiento de la red de seguimiento tuvo dos fases anteriores el 8 de agosto y el 1 de noviembre, cuando se intervino un total de 104 fardos de hachís que arrojaron un peso bruto de 3.120 kilogramos.
Esta organización criminal empezó a estar bajo el punto de mira de las fuerzas de seguridad tras el descubrimiento de una serie de embarcaciones recreativas atracadas en el río Guadalete a su paso por El Puerto de Santa María y otras ocultas en naves industriales de la misma localidad, «todas ellas con claros indicios de ser usadas para el tráfico de sustancias estupefacientes». Las gestiones policiales permitieron saber que una organización pretendía introducir una embarcación cargada de hachís en un punto desconocido del río. Esta embarcación fue localizada semihundida frente a las costas de Cádiz cargada con 29 fardos de arpillera que contenían hachís.
En una segunda fase de la operación, los agentes intervinieron en el interior de una furgoneta 75 fardos de arpillera con sustancia estupefaciente. El conductor fue detenido. Desplazados al lugar del alijo, fueron halladas las dos embarcaciones neumáticas utilizadas para el transporte de la droga.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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